Napoleón Campos
La primera decisión del presidente Obama vinculante a Cuba –emitida tan pronto asumió las riendas en enero- fue la clausura del centro de detención de terroristas y de presuntos terroristas. Obama ha solicitado al congreso US $ 81 millones para financiar el cierre, así como a algunos de sus aliados la recepción de ciertos apresados (de los 241 en total) pues otros –bajo el manejo racional del derecho interno y del derecho internacional- pueden ser confinados a prisiones en territorio continental estadounidense. Por supuesto que hay países y organismos y fundaciones no gubernamentales internacionales que no dejan de abogar por la liberación irrestricta de los prisioneros. Con todo, la clausura es un proceso caminando y el cual hacia agosto podría ofrecer los primeros resultados tangibles.
Guantánamo es un lejano asunto fruto de la conflagración entre España y E.U.A. de 1898. Algunos historiadores ven en ese conflicto la primera guerra a nivel mundial, el preludio o el ensayo de la Gran Guerra de 1914, pues se libró tanto en el Pacífico como en el Atlántico. La guerra de 1898 se tradujo en el derrumbe post-imperial de España y la coronación de E.U.A. como la primera potencia post-colonial. En 1903, un gobierno impuesto en La Habana por la Administración de Teddy Roosevelt (1901-1909) le concedió a Washington una presencia militar permanente en esa bahía. Constituye en el Siglo XXI la única presencia estadounidense de esa naturaleza en el territorio de una nación comunista no aliada.
El resto de las nuevas decisiones de Obama están vinculadas con los acontecimientos cubanos de 1959, o incluso un poco antes. La ulterior radicalización política de los hermanos Castro, el encarcelamiento y el exilio de sus compañeros de armas no comunistas, y su alineamiento con Moscú en plena Guerra Fría llevaron a una confrontación progresiva tras la crisis de los misiles de octubre de 1962. Hasta entonces, ninguna plataforma hostil de armas de destrucción masiva –cuando los misiles balísticos intercontinentales estaban en ciernes (el misil ruso Bulava SS-N-30 lanzado por submarinos exitosamente ensayado el 28 de junio de 2007 entre el Mar Blanco y la Península de Kamchatka puede llevar hasta 10 cabezas nucleares y superar el rango de 8 mil Kms.)- había estado tan próxima a suelo estadounidense, incluso a territorio latinoamericano.
En 1958, E.U.A. había decretado un embargo de armas para los dos lados beligerantes: el gobierno de Batista y las guerrillas (el Movimiento 26 de Julio no fue la única, pero sí la más importante y numerosa). Decretadas las primeras nacionalizaciones, especialmente en el ramo azucarero, la Administración Kennedy redujo sustancialmente la cuota de azúcar importada desde Cuba. Tras la crisis de misiles, devino primero en febrero de 1963 la restricción a los viajes (aéreos, marítimos) y contactos en general (culturales, artísticos, etc.) entre Cuba y E.U.A., y meses después la represalia de mayor impacto, el “Embargo” (julio de 1963), bajo la ley de 1917 “El Acta de Comercio con el Enemigo” utilizada para las dos guerras mundiales y otros conflictos posteriores. Los activos del Estado de Cuba en E.U.A. fueron congelados y el comercio bilateral fue sujeto de grandes restricciones. Todo esto ocurrió antes del asesinato de Kennedy en noviembre de ese año.
Una etapa inicial de liberación de los viajes está en curso: los cubanos y los cubano-estadounidenses, desde E.U.A., pueden ir y volver de la isla sin límite temporal o frecuencia. Se ha designado a Miami, Nueva York y Los Angeles como los primeros aeropuertos para los viajes. En Florida, ante la demanda, se ha solicitado que Tampa se convierta de inmediato en el cuarto aeropuerto. Un corolario de la emigración cubana en E.U.A., las remesas familiares, también han sido liberadas, así como el envío de paquetes humanitarios. A pesar de las restricciones desde E.U.A. impuestas por el presidente Bush (un máximo de US $ 1,200 al año y los receptores parientes muy cercanos del emisor debidamente certificados) que ahora se levantan, y a pesar no menos de las draconianas restricciones en Cuba (el Estado se queda con el 10% del total de la remesa y el cambio por ley se hace a 0.87 pesos por dólar, cuando afuera de las casas de cambio oficiales el dólar se puede intercambiar hasta por 21 pesos), las remesas desde E.U.A. superaron el 2008 los US $ 800 millones.
Por eso sorprende que Fidel Castro haya equiparado y calificado estos gestos de la Administración Obama como “limosnas”, como lo publicó en una de sus “Reflexiones”. “Cuba ha resistido y resistirá. No extenderá jamás sus manos pidiendo limosnas”, escribió el 13 de abril. Una segunda etapa de liberación de los viajes se traducirá –si Cuba así lo permite- en el regreso del turismo estadounidense a pequeña escala y quizás a mediana escala en el largo plazo. Cuba, en medio de la crisis económica y financiera global, apuesta cerrar este 2009 con una cifra record de 2.5 millones de visitantes. Por otra parte, el fin de los cargos del Estado cubano sobre las remesas facilitaría un mayor ingreso familiar y en un robustecimiento del mercado y el consumo internos reales y legales. Con solamente las medidas unilaterales desde E.U.A., se pronostica que las remesas podrían elevarse este 2009 a más de US $ mil millones.
Sobre el “Embargo”. A estas alturas, lo más importante a destacar es que el “embargo” tal cual Kennedy lo estableció en 1963 se ha atenuado los últimos años del gobierno de Bush, tras la fase más dura de la “Helms-Burton”, a tal punto que E.U.A. constituye en la actualidad el quinto socio comercial de Cuba. Sin embargo, en algunos renglones agropecuarios, E.U.A. es el primer importador para Cuba. Son tales las necesidades cubanas de compra de materias primas y las oportunidades para empresas agropecuarias estadounidenses –por encima de bandos y posiciones republicanas o demócratas- que Adrean Rothkopf, directora ejecutiva de la Asociación de Cámaras Americanas de Comercio en América Latina, afirma que: “el levantamiento del embargo no sólo eliminaría la excusa (del gobierno cubano) por los fracasos económicos sino que ayudaría a los agricultores, negocios y trabajadores de E.U.A. y al pueblo cubano, al proveer nuevas oportunidades económicas''.
Tengo la impresión de que el nivel donde la Administración Obama está colocando el tema de Cuba se va a convertir en un nuevo “status quo”. La razón es sencilla: tras los anuncios, la Administración Obama ha pedido reacciones e iniciativas a Raúl Castro para seguir avanzando en la relación bilateral. Sin embargo, Fidel les ha corregido la plana a su hermano y a otros aperturistas. Sobre el tema de las remesas familiares fue clara su postura suscrita el 21 de abril:
“La formulación (de la Administración Obama) que Cuba impone un ‘enorme recargo’ y ‘obtiene enormes ganancias’ es un intento de sus consejeros para sembrar cizaña y dividir a los cubanos. Todos los países cobran determinadas cifras por las transferencias de divisas. Si son dólares, con más razón debemos hacerlo, porque es la moneda del Estado que nos bloquea. No todos los cubanos tienen familiares en el exterior que envíen remesas. Redistribuir una parte relativamente pequeña en beneficio de los más necesitados de alimentos, medicamentos y otros bienes es absolutamente justo”.
Hasta que estos gestos no se produzcan –y por las declaraciones de Fidel pues no se producirán mientras él viva- ese “status quo” se prolongaría en el tiempo, y si la propia Cuba no tiene interés en integrarse a la OEA o al proceso de la Cumbre de las Américas, negativa también reafirmada por Fidel en otra de sus reflexiones (“¿Tiene la OEA derecho a existir?”, 14 de abril), pues la predicción sobre el nuevo “status quo” tiene fundamento real.
Fue tal el fiasco al que el frente anti-estadounidense encabezado por Venezuela llevó la Cumbre en Puerto España, objetivo deliberadamente anunciado en la última cumbre del esquema ALBA, que la declaración final trabajada los últimos meses fue suscrita únicamente por el anfitrión, Patrick Manning, curiosamente el único líder participante en la primera cumbre de 1994 que se realizó en Miami pues ahora sirve nuevamente a Trinidad y Tobago como primer ministro (por tercera ocasión). Los temas económicos y financieros del presente y futuro fueron soslayados, como si la primavera fuera la estación por la que atraviesa América Latina. En este sentido, el único discurso durante la cumbre que inició y concluyó poniendo el acento en las propias responsabilidades de nosotros, latinoamericanos (“Algo hicimos mal”), fue el del presidente Arias de Costa Rica que ha tenido, sobretodo por Internet, una considerable difusión.
Ciertamente, la agenda mundial es compleja y nada rebaja la responsabilidad de Obama como el líder estadounidense. Consumados los primeros cien días, todos los sondeos de opinión pública colocan su popularidad arriba del 60%. Los porcentajes de confianza entre los ciudadanos estadounidenses están arriba del 50 % para todos los renglones (política exterior, seguridad interior, Irak, energía), incluyendo el horizonte económico. Igualmente, Obama cotiza alto en las encuestas que se cursan sobre líderes mundiales en todos los continentes, siendo particularmente elevada la simpatía en Europa y América Latina.
Justamente sobre América Latina hemos de adelantar que, entre el 2010 y el 2012, se celebrarán once elecciones presidenciales, además de las que se están desarrollando este 2009, que en poco tiempo diversificarán sustantivamente el escenario hemisférico en el entendido que Obama podría reelegirse y gobernar hasta el 2017. Lo más fresco: el 3 de mayo, en Panamá, Ricardo Martinelli y una amplia coalición de centro-derecha, “Alianza por el Cambio”, no solo ganó la presidencia, sino a la vez la alcaldía capitalina, y una mayoría en el parlamento. De 2.2 millones de votantes convocados, acudieron a las urnas el 73%, una proporción elevadísima en el contexto regional. Martinelli se agenció casi un millón de sufragios superando por más de 350 mil a la candidata del Partido Revolucionario Democrático del presidente Martín Torrijos. Los márgenes de ventaja para la “Alianza por el Cambio” no dejan lugar a dudas sobre el viraje político en Panamá.
Pareciera que hacia esa alternancia, a favor de la centro-derecha, se conducen las democracias en Chile y Honduras, y si la popularidad de Evo Morales sigue descendiendo tras una y otra controversia (ha bajado a 40% en los últimos sondeos), posiblemente apreciaremos un giro o cuando menos un serio reacomodo en la correlación de fuerzas políticas en Bolivia tras las elecciones del 6 de diciembre. Morales amenaza estos días con romper relaciones diplomáticas con Perú por el asilo que ha otorgado a tres ministros del gobierno de Sánchez de Lozada, derrocado el 2003 por una turbulencia sociopolítica en la que el propio Morales fue agitador. Concurrentemente, la mayoría de su Movimiento Al Socialismo en el parlamento ha suspendido en sus funciones al presidente de la Corte Suprema de Justicia argumentando “retardación de justicia” en juicios políticos precisamente contra miembros de aquel gobierno derribado. Lógicamente, y no sin razón, el jurista suspendido ha anunciado que su caso lo llevará a entes internacionales.
Durante este periplo de Obama, Mauricio Funes recibió una oportunidad sin par al recibir invitaciones para el encuentro con Biden y a Puerto España. Fue presentado en ambos foros por el presidente Saca. No he encontrado registros historiográficos sobre si el presidente Duarte haya obrado de esa manera con el presidente electo Cristiani en la transición de 1989. En mi único análisis post-electoral, que publiqué en El Faro, puse de relieve que el 1º de junio se iba a constituir en un momento crucial para el Ejecutivo salvadoreño 2009-2014 en función de sus contradicciones intrínsecas tanto de política doméstica como de política exterior, contradicciones a monitorear porque algunas parecen irresolubles.
Cuando escribo estas líneas, se ha oficializado que la Sra. Clinton asistirá a la toma de posesión. Un saludable y prometedor corolario del primer lance de Obama para las relaciones políticas con la nación que se ha convertido en el segundo territorio de residencia de los salvadoreños después de El Salvador. A dos semanas del evento, la lectura más realista es que desde Washington existe la confianza de que el evento no se prestará a ningún espectáculo de mandatarios y fuerzas aliadas al nuevo gobierno que claman ser “anti-estadounidenses”. El “nudo gordiano” desatado es circunstancial pero de enorme importancia pues si a un rostro apareó sistemáticamente Funes su propaganda electoral fue el de Obama. Esto se ejecutó a pesar de los llamados a no hacerlo, aún desde la Embajada en San Salvador, en consonancia a las observaciones que no pocos endosamos relativas a que esa asociación era inexistente a la vez que impropia desde la ética política. Si a pesar de este anuncio el show “anti-estadounidense” se monta, y se prolonga en la celebración de masas, será una amarga reciprocidad la cual tendría un sonoro eco en la asamblea general de la OEA en San Pedro Sula a la cual también irá Clinton, cónclave que será el debut de la Administración Funes con su titular de relaciones exteriores.
A finales de marzo, surgió la apresurada interrogante –en apariencia muy perspicaz- sobre si Funes se orientaría hacia Chávez o Lula. Lo de Chávez era y sigue siendo comprensible por el profundo vínculo con Venezuela de dirigentes, unidades organizativas y municipalidades gobernadas por el FMLN. Además, a menos que lo destituya un referéndum revocatorio, habrá Chávez hasta el 2013. Sin embargo, lo de Lula no tiene futuro, no sólo porque concluye su gobierno el 31 de diciembre del próximo año y será difícil que su Partido de los Trabajadores continúe en la presidencia (Dilma Rousseff, preferida por Lula para la candidatura no supera el 10% de respaldo en las encuestas), sino principalmente porque El Salvador y el FMLN no son parte de la agenda estratégica brasileña, como sí lo son de la venezolana.
A mi juicio, la verdadera disyuntiva en este ámbito será: ¿E.U.A. o Venezuela? Una disyuntiva de gigantesca trascendencia, de impacto a varios niveles, sobre la cual no dudo, por las contradicciones estructurales del proyecto político del nuevo gobierno salvadoreño, volcaremos nuestra atención una y otra vez.
Guantánamo es un lejano asunto fruto de la conflagración entre España y E.U.A. de 1898. Algunos historiadores ven en ese conflicto la primera guerra a nivel mundial, el preludio o el ensayo de la Gran Guerra de 1914, pues se libró tanto en el Pacífico como en el Atlántico. La guerra de 1898 se tradujo en el derrumbe post-imperial de España y la coronación de E.U.A. como la primera potencia post-colonial. En 1903, un gobierno impuesto en La Habana por la Administración de Teddy Roosevelt (1901-1909) le concedió a Washington una presencia militar permanente en esa bahía. Constituye en el Siglo XXI la única presencia estadounidense de esa naturaleza en el territorio de una nación comunista no aliada.
El resto de las nuevas decisiones de Obama están vinculadas con los acontecimientos cubanos de 1959, o incluso un poco antes. La ulterior radicalización política de los hermanos Castro, el encarcelamiento y el exilio de sus compañeros de armas no comunistas, y su alineamiento con Moscú en plena Guerra Fría llevaron a una confrontación progresiva tras la crisis de los misiles de octubre de 1962. Hasta entonces, ninguna plataforma hostil de armas de destrucción masiva –cuando los misiles balísticos intercontinentales estaban en ciernes (el misil ruso Bulava SS-N-30 lanzado por submarinos exitosamente ensayado el 28 de junio de 2007 entre el Mar Blanco y la Península de Kamchatka puede llevar hasta 10 cabezas nucleares y superar el rango de 8 mil Kms.)- había estado tan próxima a suelo estadounidense, incluso a territorio latinoamericano.
En 1958, E.U.A. había decretado un embargo de armas para los dos lados beligerantes: el gobierno de Batista y las guerrillas (el Movimiento 26 de Julio no fue la única, pero sí la más importante y numerosa). Decretadas las primeras nacionalizaciones, especialmente en el ramo azucarero, la Administración Kennedy redujo sustancialmente la cuota de azúcar importada desde Cuba. Tras la crisis de misiles, devino primero en febrero de 1963 la restricción a los viajes (aéreos, marítimos) y contactos en general (culturales, artísticos, etc.) entre Cuba y E.U.A., y meses después la represalia de mayor impacto, el “Embargo” (julio de 1963), bajo la ley de 1917 “El Acta de Comercio con el Enemigo” utilizada para las dos guerras mundiales y otros conflictos posteriores. Los activos del Estado de Cuba en E.U.A. fueron congelados y el comercio bilateral fue sujeto de grandes restricciones. Todo esto ocurrió antes del asesinato de Kennedy en noviembre de ese año.
Una etapa inicial de liberación de los viajes está en curso: los cubanos y los cubano-estadounidenses, desde E.U.A., pueden ir y volver de la isla sin límite temporal o frecuencia. Se ha designado a Miami, Nueva York y Los Angeles como los primeros aeropuertos para los viajes. En Florida, ante la demanda, se ha solicitado que Tampa se convierta de inmediato en el cuarto aeropuerto. Un corolario de la emigración cubana en E.U.A., las remesas familiares, también han sido liberadas, así como el envío de paquetes humanitarios. A pesar de las restricciones desde E.U.A. impuestas por el presidente Bush (un máximo de US $ 1,200 al año y los receptores parientes muy cercanos del emisor debidamente certificados) que ahora se levantan, y a pesar no menos de las draconianas restricciones en Cuba (el Estado se queda con el 10% del total de la remesa y el cambio por ley se hace a 0.87 pesos por dólar, cuando afuera de las casas de cambio oficiales el dólar se puede intercambiar hasta por 21 pesos), las remesas desde E.U.A. superaron el 2008 los US $ 800 millones.
Por eso sorprende que Fidel Castro haya equiparado y calificado estos gestos de la Administración Obama como “limosnas”, como lo publicó en una de sus “Reflexiones”. “Cuba ha resistido y resistirá. No extenderá jamás sus manos pidiendo limosnas”, escribió el 13 de abril. Una segunda etapa de liberación de los viajes se traducirá –si Cuba así lo permite- en el regreso del turismo estadounidense a pequeña escala y quizás a mediana escala en el largo plazo. Cuba, en medio de la crisis económica y financiera global, apuesta cerrar este 2009 con una cifra record de 2.5 millones de visitantes. Por otra parte, el fin de los cargos del Estado cubano sobre las remesas facilitaría un mayor ingreso familiar y en un robustecimiento del mercado y el consumo internos reales y legales. Con solamente las medidas unilaterales desde E.U.A., se pronostica que las remesas podrían elevarse este 2009 a más de US $ mil millones.
Sobre el “Embargo”. A estas alturas, lo más importante a destacar es que el “embargo” tal cual Kennedy lo estableció en 1963 se ha atenuado los últimos años del gobierno de Bush, tras la fase más dura de la “Helms-Burton”, a tal punto que E.U.A. constituye en la actualidad el quinto socio comercial de Cuba. Sin embargo, en algunos renglones agropecuarios, E.U.A. es el primer importador para Cuba. Son tales las necesidades cubanas de compra de materias primas y las oportunidades para empresas agropecuarias estadounidenses –por encima de bandos y posiciones republicanas o demócratas- que Adrean Rothkopf, directora ejecutiva de la Asociación de Cámaras Americanas de Comercio en América Latina, afirma que: “el levantamiento del embargo no sólo eliminaría la excusa (del gobierno cubano) por los fracasos económicos sino que ayudaría a los agricultores, negocios y trabajadores de E.U.A. y al pueblo cubano, al proveer nuevas oportunidades económicas''.
Tengo la impresión de que el nivel donde la Administración Obama está colocando el tema de Cuba se va a convertir en un nuevo “status quo”. La razón es sencilla: tras los anuncios, la Administración Obama ha pedido reacciones e iniciativas a Raúl Castro para seguir avanzando en la relación bilateral. Sin embargo, Fidel les ha corregido la plana a su hermano y a otros aperturistas. Sobre el tema de las remesas familiares fue clara su postura suscrita el 21 de abril:
“La formulación (de la Administración Obama) que Cuba impone un ‘enorme recargo’ y ‘obtiene enormes ganancias’ es un intento de sus consejeros para sembrar cizaña y dividir a los cubanos. Todos los países cobran determinadas cifras por las transferencias de divisas. Si son dólares, con más razón debemos hacerlo, porque es la moneda del Estado que nos bloquea. No todos los cubanos tienen familiares en el exterior que envíen remesas. Redistribuir una parte relativamente pequeña en beneficio de los más necesitados de alimentos, medicamentos y otros bienes es absolutamente justo”.
Hasta que estos gestos no se produzcan –y por las declaraciones de Fidel pues no se producirán mientras él viva- ese “status quo” se prolongaría en el tiempo, y si la propia Cuba no tiene interés en integrarse a la OEA o al proceso de la Cumbre de las Américas, negativa también reafirmada por Fidel en otra de sus reflexiones (“¿Tiene la OEA derecho a existir?”, 14 de abril), pues la predicción sobre el nuevo “status quo” tiene fundamento real.
Fue tal el fiasco al que el frente anti-estadounidense encabezado por Venezuela llevó la Cumbre en Puerto España, objetivo deliberadamente anunciado en la última cumbre del esquema ALBA, que la declaración final trabajada los últimos meses fue suscrita únicamente por el anfitrión, Patrick Manning, curiosamente el único líder participante en la primera cumbre de 1994 que se realizó en Miami pues ahora sirve nuevamente a Trinidad y Tobago como primer ministro (por tercera ocasión). Los temas económicos y financieros del presente y futuro fueron soslayados, como si la primavera fuera la estación por la que atraviesa América Latina. En este sentido, el único discurso durante la cumbre que inició y concluyó poniendo el acento en las propias responsabilidades de nosotros, latinoamericanos (“Algo hicimos mal”), fue el del presidente Arias de Costa Rica que ha tenido, sobretodo por Internet, una considerable difusión.
Ciertamente, la agenda mundial es compleja y nada rebaja la responsabilidad de Obama como el líder estadounidense. Consumados los primeros cien días, todos los sondeos de opinión pública colocan su popularidad arriba del 60%. Los porcentajes de confianza entre los ciudadanos estadounidenses están arriba del 50 % para todos los renglones (política exterior, seguridad interior, Irak, energía), incluyendo el horizonte económico. Igualmente, Obama cotiza alto en las encuestas que se cursan sobre líderes mundiales en todos los continentes, siendo particularmente elevada la simpatía en Europa y América Latina.
Justamente sobre América Latina hemos de adelantar que, entre el 2010 y el 2012, se celebrarán once elecciones presidenciales, además de las que se están desarrollando este 2009, que en poco tiempo diversificarán sustantivamente el escenario hemisférico en el entendido que Obama podría reelegirse y gobernar hasta el 2017. Lo más fresco: el 3 de mayo, en Panamá, Ricardo Martinelli y una amplia coalición de centro-derecha, “Alianza por el Cambio”, no solo ganó la presidencia, sino a la vez la alcaldía capitalina, y una mayoría en el parlamento. De 2.2 millones de votantes convocados, acudieron a las urnas el 73%, una proporción elevadísima en el contexto regional. Martinelli se agenció casi un millón de sufragios superando por más de 350 mil a la candidata del Partido Revolucionario Democrático del presidente Martín Torrijos. Los márgenes de ventaja para la “Alianza por el Cambio” no dejan lugar a dudas sobre el viraje político en Panamá.
Pareciera que hacia esa alternancia, a favor de la centro-derecha, se conducen las democracias en Chile y Honduras, y si la popularidad de Evo Morales sigue descendiendo tras una y otra controversia (ha bajado a 40% en los últimos sondeos), posiblemente apreciaremos un giro o cuando menos un serio reacomodo en la correlación de fuerzas políticas en Bolivia tras las elecciones del 6 de diciembre. Morales amenaza estos días con romper relaciones diplomáticas con Perú por el asilo que ha otorgado a tres ministros del gobierno de Sánchez de Lozada, derrocado el 2003 por una turbulencia sociopolítica en la que el propio Morales fue agitador. Concurrentemente, la mayoría de su Movimiento Al Socialismo en el parlamento ha suspendido en sus funciones al presidente de la Corte Suprema de Justicia argumentando “retardación de justicia” en juicios políticos precisamente contra miembros de aquel gobierno derribado. Lógicamente, y no sin razón, el jurista suspendido ha anunciado que su caso lo llevará a entes internacionales.
Durante este periplo de Obama, Mauricio Funes recibió una oportunidad sin par al recibir invitaciones para el encuentro con Biden y a Puerto España. Fue presentado en ambos foros por el presidente Saca. No he encontrado registros historiográficos sobre si el presidente Duarte haya obrado de esa manera con el presidente electo Cristiani en la transición de 1989. En mi único análisis post-electoral, que publiqué en El Faro, puse de relieve que el 1º de junio se iba a constituir en un momento crucial para el Ejecutivo salvadoreño 2009-2014 en función de sus contradicciones intrínsecas tanto de política doméstica como de política exterior, contradicciones a monitorear porque algunas parecen irresolubles.
Cuando escribo estas líneas, se ha oficializado que la Sra. Clinton asistirá a la toma de posesión. Un saludable y prometedor corolario del primer lance de Obama para las relaciones políticas con la nación que se ha convertido en el segundo territorio de residencia de los salvadoreños después de El Salvador. A dos semanas del evento, la lectura más realista es que desde Washington existe la confianza de que el evento no se prestará a ningún espectáculo de mandatarios y fuerzas aliadas al nuevo gobierno que claman ser “anti-estadounidenses”. El “nudo gordiano” desatado es circunstancial pero de enorme importancia pues si a un rostro apareó sistemáticamente Funes su propaganda electoral fue el de Obama. Esto se ejecutó a pesar de los llamados a no hacerlo, aún desde la Embajada en San Salvador, en consonancia a las observaciones que no pocos endosamos relativas a que esa asociación era inexistente a la vez que impropia desde la ética política. Si a pesar de este anuncio el show “anti-estadounidense” se monta, y se prolonga en la celebración de masas, será una amarga reciprocidad la cual tendría un sonoro eco en la asamblea general de la OEA en San Pedro Sula a la cual también irá Clinton, cónclave que será el debut de la Administración Funes con su titular de relaciones exteriores.
A finales de marzo, surgió la apresurada interrogante –en apariencia muy perspicaz- sobre si Funes se orientaría hacia Chávez o Lula. Lo de Chávez era y sigue siendo comprensible por el profundo vínculo con Venezuela de dirigentes, unidades organizativas y municipalidades gobernadas por el FMLN. Además, a menos que lo destituya un referéndum revocatorio, habrá Chávez hasta el 2013. Sin embargo, lo de Lula no tiene futuro, no sólo porque concluye su gobierno el 31 de diciembre del próximo año y será difícil que su Partido de los Trabajadores continúe en la presidencia (Dilma Rousseff, preferida por Lula para la candidatura no supera el 10% de respaldo en las encuestas), sino principalmente porque El Salvador y el FMLN no son parte de la agenda estratégica brasileña, como sí lo son de la venezolana.
A mi juicio, la verdadera disyuntiva en este ámbito será: ¿E.U.A. o Venezuela? Una disyuntiva de gigantesca trascendencia, de impacto a varios niveles, sobre la cual no dudo, por las contradicciones estructurales del proyecto político del nuevo gobierno salvadoreño, volcaremos nuestra atención una y otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario