Así como la economía y las finanzas de Salta están en manos de un contador público que parece más preocupado por el shampoo y la crema de enjuague que por el rigor fiscal y la incompatibilidades entre su cargo público y sus actividades privadas, la economía argentina parece hallarse en manos de un ministro con vitola de personaje, tirando a frívolo, que recientemente ha saltado a la prensa europea, no por sus aciertos políticos ni por su buen gobierno de la economía nacional, sino por haberse echado una novia joven y, al parecer, deshinibida como el ministro.
Si ya da vergüenza lo de Salta, mucho más rubor provoca ver en los diarios europeos (concretamente, en el español El Mundo) que la economía nacional no es noticia por su capacidad para "redistribuir la riqueza" según el eslogan oficialista, sino por que su máximo responsable político es un amante de la buena vida y de las jóvenes compañías.
Es la penúltima prueba de la intrascendencia internacional de la Argentina, no sólo en el terreno económico sino en el de la política internacional.
A decir verdad, no son muchos los que están pendientes de las decisiones, de los aciertos y los desaciertos, de la presidente Kirchner. A pesar de los deseos más íntimos de la señora, su imagen internacional no puede despegarse de la del peronismo que ella pregona y ejercita, y no es novedad para nadie que "peronismo" es una palabra que -al menos en Europa- evoca lo peor del populismo latinoamericano.
La señora Kirchner, o su ministro de Economía, no necesitan hacer esfuerzos ni para descollar ni para dejar de hacerlo fuera de nuestras fronteras. Para algunos países que prefieren simplificar las complejidades geográficas, la Argentina simplemente no existe porque existen Brasil y Lula y porque la señora Bachelet en Chile tampoco lo viene haciendo del todo mal. Si a esto le sumamos que Brasil y Chile encabezan la clasificación para el Mundial de 2010 en Sudáfrica, el escenario internacional para nuestro país no puede ser más dramático.
Que los kirchners sean indigentes políticos a nivel internacional no es en sí mismo algo malo. Lo realmente perverso es que la inopia parece extenderse por toda la clase política argentina, en donde hasta los políticos que se habían labrado alguna fama de "corajudos", como el exministro de Economía Domingo Cavallo, parecen haber archivado sus propuestas "rompedoras" para reclamar -nada menos- ¡el regreso de Duhalde!
Una forma ciertamente exquisita de regresar al futuro.
http://noticias.iruya.com/content/view/26246/411/
Si ya da vergüenza lo de Salta, mucho más rubor provoca ver en los diarios europeos (concretamente, en el español El Mundo) que la economía nacional no es noticia por su capacidad para "redistribuir la riqueza" según el eslogan oficialista, sino por que su máximo responsable político es un amante de la buena vida y de las jóvenes compañías.
Es la penúltima prueba de la intrascendencia internacional de la Argentina, no sólo en el terreno económico sino en el de la política internacional.
A decir verdad, no son muchos los que están pendientes de las decisiones, de los aciertos y los desaciertos, de la presidente Kirchner. A pesar de los deseos más íntimos de la señora, su imagen internacional no puede despegarse de la del peronismo que ella pregona y ejercita, y no es novedad para nadie que "peronismo" es una palabra que -al menos en Europa- evoca lo peor del populismo latinoamericano.
La señora Kirchner, o su ministro de Economía, no necesitan hacer esfuerzos ni para descollar ni para dejar de hacerlo fuera de nuestras fronteras. Para algunos países que prefieren simplificar las complejidades geográficas, la Argentina simplemente no existe porque existen Brasil y Lula y porque la señora Bachelet en Chile tampoco lo viene haciendo del todo mal. Si a esto le sumamos que Brasil y Chile encabezan la clasificación para el Mundial de 2010 en Sudáfrica, el escenario internacional para nuestro país no puede ser más dramático.
Que los kirchners sean indigentes políticos a nivel internacional no es en sí mismo algo malo. Lo realmente perverso es que la inopia parece extenderse por toda la clase política argentina, en donde hasta los políticos que se habían labrado alguna fama de "corajudos", como el exministro de Economía Domingo Cavallo, parecen haber archivado sus propuestas "rompedoras" para reclamar -nada menos- ¡el regreso de Duhalde!
Una forma ciertamente exquisita de regresar al futuro.
http://noticias.iruya.com/content/view/26246/411/
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