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DISCURSO ÍNTEGRO DE AZNAR

ANIVERSARIO DE LA OTAN

Reproducimos de forma íntegra la intervención de Aznar en París:


El próximo mes de abril, celebramos el 60 aniversario del nacimiento de la Alianza Atlántica. Celebramos la creación de una alianza que nació para salvaguardar la libertad; una alianza que se cimentó en la defensa de los valores de la democracia, las libertades individuales y el Estado de Derecho.

Esos valores defendía la Alianza Atlántica en 1949. Esos mismos valores son los que debe defender sesenta años más tarde. La OTAN ha sido, durante sus años de historia, tremendamente exitosa. Durante largo tiempo fue capaz de garantizar la seguridad europea frente a la amenaza soviética. Así fue posible que la libertad y la democracia pervivieran en las naciones libres de Europa y que se iniciara un proceso de integración en el Viejo Continente que es uno de los grandes logros de nuestra reciente historia.

En la década de 1990 la OTAN fue determinante para poner fin a las atrocidades que se estaban cometiendo en los Balcanes, a las puertas de Europa. Más recientemente la Alianza ha asumido el reto de proyectar estabilidad a zonas del planeta esenciales para nuestra seguridad, como Afganistán.

Todo ello ha hecho de la OTAN la alianza militar más exitosa de la historia. Es cierto que ha habido momentos difíciles y desencuentros entre las naciones aliadas a lo largo de ese tiempo.

Pero el propósito común, la creencia en el valor de la libertad y de la democracia, la lealtad entre los aliados fueron más fuertes que las diferencias. Las naciones aliadas comprendieron qué debían dejar de lado y qué debían poner en común para cumplir con su deber y lograr la victoria de la libertad.

Hubo entonces una percepción conjunta del peligro que amenazaba a todos las naciones aliadas: el afán expansionista del comunismo. Y ningún responsable político se engañaba sobre la pretensión última de esa amenaza: erradicar los valores que sustentan la democracia y acabar con las sociedades libres y abiertas. La libertad y la democracia estaban en juego, y su defensa fue la misión que las naciones aliadas encomendaron a la OTAN.

El éxito de la OTAN también se basó en el vínculo atlántico. La relación leal, sólida y sincera entre Europa y los Estados Unidos ha sido un pilar fundamental en la defensa de la libertad y la democracia y de nuestra seguridad común.

Y también, por qué no decirlo en estos tiempos de turbulencias económicas, ha sido un motor de la creación de riqueza y prosperidad durante la segunda mitad del siglo XX. Siempre he creído que la colaboración entre los dos lados del Atlántico ha sido históricamente un elemento fundamental para garantizar la paz y la seguridad, fomentar la prosperidad y fortalecer la democracia. Esa colaboración atlántica sigue siendo un esencial para afrontar los retos de nuestro tiempo.

Pues bien, queridos amigos, estos son los principios que dieron lugar a la Alianza y forjaron su éxito durante este largo tiempo. Y bien podríamos decir que siguen vigentes hoy en día. Las circunstancias han cambiado, pero los principios permanecen.

Hoy en día la democracia y la libertad se han asentado y se han extendido. La reunificación en libertad y en paz de las naciones de Europa es una realidad largamente soñada. La OTAN tiene mucho que ver en ese gran acontecimiento histórico.

Pero nos equivocaríamos se pensáramos que nuestras naciones y los principios de la libertad y la democracia no tienen ya enemigos.

Tras el derribo del Muro de Berlín pudimos tener la impresión de que no había reamente una amenaza global ni un modelo alternativo a las sociedades abiertas y libres. El modelo de democracia liberal había triunfado por su superioridad moral sobre el modelo de sociedad totalitaria y cerrada encarnada por el comunismo.

Creímos que la seguridad se limitaría a gestionar crisis terribles en su coste humano, pero limitadas geográficamente y sin repercusión directa sobre nuestra seguridad. Pensamos que no había reamente una amenaza existencial para nuestros valores.

El 11 de septiembre nos despertó de esa ensoñación. Los ataques insidiosos y bárbaros de ese día nos descubrieron un formidable enemigo. Su objetivo no sólo era sembrar el terror. Su verdadero objetivo era acabar con las sociedades basadas en la libertad, los derechos humanos y la democracia e implantar una sociedad totalitaria inspirada en una ideología teocrática.

La amenaza de la proliferación adquirió desde entonces unos perfiles nuevos y tenebrosos. La posibilidad, por ejemplo, de que un grupo terrorista pudiera hacerse con un artefacto nuclear dejó de ser una mera especulación fantasiosa y adquirió una dimensión real.

Queridos amigos,

En el nuevo escenario estratégico que empezó entonces la OTAN debía recuperar su misión primigenia. Ser un instrumento eficaz y de éxito para garantizar la seguridad de las naciones aliadas.

Pero las circunstancias habían cambiado. Era preciso renovar nuestro pensamiento estratégico y acometer las reformas necesarias para que la Alianza Atlántica siguiera siendo una alianza de éxito. Porque de ese éxito depende nada menos que nuestra seguridad, que es tanto como decir el futuro de nuestra libertad.

Con la desaparición del imperio soviético, la OTAN prevaleció sobre un adversario formidable. Pero con él no habían desaparecido los enemigos de las sociedades libres.

Hoy sabemos que hay un nuevo enemigo y que también persigue acabar con un modelo de sociedad abierta y libre. Es cierto que utilizan diferentes estrategias para conseguir sus fines. Y que no está basado en la estructura de un estado organizado. Ante este nuevo enemigo, no cabe combatir con las mismas estructuras y tácticas de la Guerra Fría ni de los años noventa del siglo pasado.

Señoras y señores,

Ante nuevas amenazas, nuevos objetivos. Ante nuevas tácticas, nuevas estructuras. Ante nuevas circunstancias, nuevos enfoques. En resumen, ante un nuevo panorama, una nueva OTAN.

En el año 2005 la Fundación FAES elaboró el informe OTAN: Una Alianza por la Libertad. En él hacíamos un análisis de los cambios en el entorno estratégico y realizábamos una serie de propuestas para conseguir un único objetivo: que la Alianza Atlántica siguiera siendo un instrumento de éxito en la defensa de nuestra seguridad y de nuestra libertad.

Este año, con motivo del 60 aniversario de la creación de la OTAN, editamos de nuevo el Informe. Hemos añadido unas reflexiones adicionales, que recogen los acontecimientos de los últimos años, y en la que se realizan nuevas propuestas y se extraen nuevas conclusiones. Pero pensamos que el análisis y las propuestas que realizamos en 2005 siguen siendo esencialmente válidos y útiles.

La OTAN vive ahora un momento crucial. La mayor y más próspera alianza militar de la historia no puede quedar obsoleta. Debe optar por renovarse o perder relevancia y eficacia.

Es imprescindible revitalizar la Alianza, y adecuarla a la lucha contra los nuevos enemigos, prepararla para conjurar las nuevas amenazas. El tiempo pasa, las cosas cambian, y es preciso adaptarse al nuevo escenario estratégico. Ante realidades nuevas, hemos de dar respuestas nuevas.

Porque, en definitiva, queda claro que no vivimos en el mismo mundo que en tiempos de la Guerra Fría. Tampoco las circunstancias son las mismas que en el año 1999, año en que se definió el todavía vigente concepto estratégico de la OTAN.

Entonces no habían ocurrido los ataques del 11 de Septiembre. El terrorismo yihadista no se percibía como una amenaza para la democracia en cualquier lugar del mundo, en especial en las sociedades árabes que buscan más apertura y más libertad.

Afganistán era un país remoto sojuzgado por unos fanáticos, no una nación en la que la batalla por la seguridad y la estabilidad es clave para nuestro futuro.

La democratización de Irak era un sueño lejano.

Las ambiciones nucleares de Irán no ocupaban un lugar central en nuestras preocupaciones estratégicas.

Francia no tenía ninguna intención de regresar a las estructuras militares de la OTAN.

Y Rusia no había resurgido como gran potencia con un comportamiento cuando menos inquietante.

Y todos estos hechos, queridos amigos, han ocurrido, y son los que definen, querámoslo o no, el panorama internacional que se vive en pleno año 2009.

En pleno 2009, las naciones aliadas se enfrentan a la gran amenaza del terrorismo, principalmente del terrorismo yihadista. La OTAN debe hacer frente a esta nueva realidad: los terroristas buscan destruir nuestro modo de vida. Su objetivo es instaurar un régimen teocrático a escala global. Para ello pretenden doblegar a las naciones basadas en la sociedad abierta y destruir sus principios más sagrados; los de libertad, igualdad y democracia.

Por eso abogamos por la inclusión del terrorismo en el corazón del pensamiento estratégico atlántico y la creación de un mando funcional contraterrorista en el seno de la OTAN. La participación de los responsables de la seguridad interior de las naciones aliadas en el proceso de toma de decisiones atlánticas sería una forma de reaccionar ante una realidad: los terroristas utilizan la porosidad de nuestras fronteras y de nuestros sistemas jurídicos para avanzar sus designios poniendo en riesgo nuestra seguridad. Por eso pensamos que el desarrollo en el marco de la OTAN de un verdadero componente de Homeland Security es una necesidad acuciante.

Para esto, es necesario contar con un marco de inteligencia colectivo y transatlántico centrado en el terrorismo yihadista. Ese componente de Homeland Defense and Security conectaría ambas orillas del Atlántico para derrotar a ese enemigo común.

Los estados miembros han de facilitar información de sus servicios de inteligencia a la Alianza para poder evaluar el grado real de las amenazas y poder establecer mecanismos comunes de defensa frente a estas amenazas.

La unión en la lucha antiterrorista será la única vía para lograr la su derrota definitiva.

Señoras y señores,

Otro de los grandes desafíos al que se enfrenta la seguridad mundial es el de la proliferación. La proliferación es un inmenso problema para la paz y la estabilidad internacionales. Y hemos de reconocer que el régimen para prevenir la proliferación no ha tenido los resultados esperados.

La OTAN puede hacer una contribución eficaz para enfrentar esta amenaza .e incrementar nuestra seguridad. Un nuevo concepto estratégico atlántico debería recoger la importancia que la eficacia en la lucha contra la proliferación tiene en la seguridad aliada.

Las ambiciones nucleares de ciertos países levantan suspicacias y nerviosismo en otras naciones. Estas naciones se sienten entonces tentadas a emprender su propio programa nuclear. En definitiva, el mundo se vuelve un lugar más peligroso y más convulso si los sistemas para evitar la proliferación no funcionan adecuadamente.

Hay pruebas suficientes de que organizaciones terroristas anhelan hacerse con un arma nuclear. Esto supondría nuestra peor pesadilla hecha realidad. Nada hace dudar que, llegado el caso, los terroristas utilizarían este tipo de armamento para conseguir sus fines.

Por todo ello, un Irán nuclear es sencillamente inaceptable. Es un mensaje que los aliados deben transmitir con claridad meridiana. Si el programa nuclear iraní sigue adelante y el régimen de Teherán se dota de un arma nuclear, toda la zona de Oriente Medio se volverá más inestable. Israel correrá serio peligro. Y la seguridad de todos los miembros de la Alianza se resentirá enormemente.

Debe producirse un cambio de actitud en la OTAN y colocar a Irán en lugar destacado del orden del día del Consejo del Atlántico Norte.

La OTAN debe reforzar su capacidad de disuasión y debe estudiar los mejores métodos para lograr la defensa frente a un posible lanzamiento de misiles balísticos.

Es de vital importancia el consenso en el seno de la Alianza. La unilateralidad en la toma de este tipo de decisiones puede enviar mensajes erróneos a Teherán y por ende dañar la confianza entre los aliados.

Queridos amigos,

Afganistán es otro de los escenarios claves en la lucha contra el terrorismo. La OTAN no puede permitirse fracasar en ese país. De nuevo, es necesaria la unión de fuerzas de los miembros de la Alianza para conseguir la victoria lo antes posible.

La lucha en Afganistán se ha recrudecido en los últimos tiempos. Afganistán es una prioridad para la Administración americana. Esto ha propiciado el envío de 17.000 nuevos efectivos para combatir a la cada vez más preocupante insurgencia talibán con la mayor efectividad posible.

Este liderazgo de EEUU en Afganistán no debe quedar aislado. El respaldo del resto de miembros de la OTAN, fundamentalmente europeos, es imprescindible.

La Alianza debe trabajar en apoyar al Gobierno de Kabul en la lucha contra el terrorismo y en el fortalecimiento de sus instituciones. El objetivo debe ser un gobierno central y un sistema político en Afganistán basado en la pluralidad y la tolerancia.

No debemos olvidar que la victoria en Afganistán pasa por mantener una actitud vigilante sobre Irán y Pakistán para evitar que estos países se conviertan en refugio de la insurgencia.

La victoria en Afganistán proporcionará una estabilidad en la zona vital en la lucha contra el terrorismo yihaidista.

Queridos amigos:

Es urgente la adopción de una política común de los miembros sobre cómo actuar en relación con Rusia basada en un doble criterio: Diálogo y firmeza.

En la actualidad, parece como si de un tiempo a esta parte Rusia estuviera buscando de nuevo la confrontación con Europa y los Estados Unidos.

La Alianza tiene la obligación de huir de estas provocaciones sin permitir que el Kremlin interfiera en el desarrollo de sus actividades.

El objetivo de la Alianza debe ser lograr el entendimiento con Rusia sobre la base de intereses comunes de seguridad como la lucha contra el terrorismo yihadista o la proliferación.

Queridos amigos:

Tenemos la obligación moral de preservar los valores de Occidente. La libertad y la democracia de la que disfrutamos se encuentran amenazadas. Y para poder preservarlos necesitamos una OTAN fuerte, con un liderazgo consolidado, renovada y que se adapte a las necesidades del entorno estratégico actual.

Queridos amigos:

Este nuevo entorno junto con los nuevos aires que se respiran en la administración americana y el nuevo posicionamiento de Francia hacen necesaria una profunda renovación interna de la Alianza.

Es necesaria la elaboración de un nuevo concepto estratégico que sustituya al de 1999. Este nuevo planteamiento estratégico ha de ser expresión de lo que la OTAN es y debe ser, y del compromiso renovado de sus partes.

La OTAN nació para defender los valores universales de la democracia y la libertad. Y la pervivencia de estos valores depende de su expansión.

No hay que olvidar que nuestra seguridad depende de la existencia de libertad y democracia en otras partes del mundo.

La efectiva promoción de estos valores y conseguir la consolidación de la seguridad global es imprescindible la adopción de una agenda de libertad.

En la primera versión de este informe insistimos en la idea de la necesidad de concebir una Alianza Atlántica global. Propusimos incorporar a todas aquellas potencias democráticas liberales, independientemente de localización geográfica, dispuestas y capaces de contribuir a la seguridad colectiva.

Por este motivo propusimos incluir a Japón, Australia e Israel. No es una lista cerrada. Naciones como Corea del Sur pueden hacer una contribución importante a la seguridad global.

También insistimos en lo beneficioso de la creación de una Asociación estratégica con India y Colombia.

La OTAN es un instrumento al servicio del mundo libre y por tanto no debe cerrarse a la colaboración con democracias libres que deseen contribuir a la seguridad global.

Queridos amigos:

Estamos ante una oportunidad única para poder llevar a cabo esta necesaria renovación.

La nueva administración del Presidente Obama ha propiciado un cambio en la diplomacia americana despertando grandes esperanzas en ambas orillas del Atlántico.

Este nuevo clima favorece un nuevo entendimiento sobre la naturaleza y el propósito de la Alianza. Favorece también la posibilidad de lograr un consenso acerca de los nuevos objetivos y los medios de la organización.

El regreso de Francia a las estructuras militares aliadas supone otro gran avance. Francia es una de las mayores potencias europeas y no tenía sentido que no participara plenamente en las decisiones de la Alianza. Su regreso al corazón de las estructuras militares aliadas es una gran noticia para la causa de la seguridad de las naciones libres.

Estas dos circunstancias hacen de este momento una ventana de oportunidad única para reorientar la OTAN.

Queridos amigos:

Este informe que FAES ha preparado pretende ser un instrumento útil en este proceso de reflexionar sobre el futuro OTAN.

En su 60º aniversario se nos brinda la ocasión de convertir a la OTAN en lo que siempre fue: un instrumento eficaz en la defensa de la seguridad y la libertad.

La OTAN debe plantearse con valentía y seriedad su futuro y cómo seguir defendiendo la democracia y la libertad. Esta es una labor a la que todos debemos contribuir.

El futuro de la seguridad, de los valores de la democracia y la libertad y de requieren del trabajo conjunto de todos. Y para esto precisamos de una OTAN fuerte, renovada y con un liderazgo consolidado. Tenemos una magnífica oportunidad para ello. No la desaprovechemos.

Muchas gracias.

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