Venezuela ha tenido etapas de serias dificultades tanto en el orden económico como el social. Pero también ha habido medulares períodos de movilidad social; sobre todo en los 50 años posteriores a 1958. La banca hipotecaria y las entidades de ahorro contribuyeron a incrementar una base sólida de la clase media productiva. Cientos de miles de familias pudieron adquirir viviendas gracias a los créditos a largo plazo y tasas fijas otorgados por esas entidades. En el período de Pérez Jiménez, que precedió la era democrática iniciada en 1958, en sólo 6 años se construyeron grandes obras públicas; algunas con plena vigencia. No obstante la corrupción y la brutal represión del régimen francamente dictatorial, el avance urbano y de infraestructura echaron las bases para posteriores desarrollos.
En los 50 años de democracia, tan vilipendiados por Chávez, se forjó la "civilidad" de los militares, quienes entendieron que sus funciones debían estar subordinadas a la autoridad civil. Se quebraba así una nefasta tradición militarista de más de 100 años. También comprendieron que la preponderancia del mundo civil es indispensable en los Estados democráticos para evitar la tentación de usar las armas que la república pone en sus manos para propósitos particulares separados de los designios constitucionales. En regímenes despóticos, por el contrario, es el mundo civil el que se subordina a la preponderancia militar.
En el gobierno de Pérez Jiménez hubo represión intensa concentrada en figuras políticas. La Seguridad Nacional protagonizó la persecución política represiva. Aun así, siempre hubo el pequeño margen de las liberalidades que la amistad y el compadrazgo permiten, o la venezolanísima costumbre de "arreglar" contenciones bajo la excusa de un par de lamparazos de cerveza o ron en cualquier bar de mala muerte. Famoso por esas tertulias es el Bar Gobernador, ubicado en la esquina del mismo nombre en populosa parroquia de La Pastora, en Caracas, a unas doce cuadras al Norte del Palacio de Miraflores.
El familiar de un preso que era amigo de Llovera Páez podía lograr que éste intercediera para cambiar la cárcel por la expulsión del país. La mujer que estaba bajo tortura y era amiga o conocida del coronel Pulido Barreto, jefe de Armamento de las Fuerzas Armadas, podía obtener una liberación temprana o en el peor de los casos, el cese del maltrato físico. No siempre era así. Hubo quienes no conocieron clemencia de los esbirros, pero había casos en los que alguna palanca funcionaba.
En la democracia pasó otro tanto. Hubo represión para instaurar la democracia y derrotar a los insurrectos, pero también hubo oportunidades. El adeco en el poder podía hacer algo por la mamá adeca cuyo hijo ex adeco andaba alzado. La red que conectaba a gente de izquierda y derecha, de arriba y de abajo, podía funcionar en algunos casos. Debe notarse que en muchas violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la democracia, con frecuencia la mano que los ejecutaba provenía de antiguos camaradas convertidos en "sapos", junto a mandos medios policiales que eran capaces de todo. Sin embargo, había dónde ir, aunque a veces fuera tarde.
Hubo quienes desde la clandestinidad salieron al exterior con gobiernos haciéndose de la vista gorda; hubo liberados como una manera de zanjar situaciones insolubles. La Pacificación fue el proceso realizado por una democracia en desarrollo, que le correspondió a Rafael Caldera ejecutar con destreza. Fue un acto de altura democrática, sin que el Gobierno y los partidos dominantes pidieran a los insurrectos pacificados renegar de sus convicciones. Los más radicales, los más alzados, enviaban y recibían mensajes cruzados con el Gobierno para buscar los caminos de la paz. "Paz Democrática" la llamaron los comunistas entonces. Más tarde llegaron los reacios del MIR y mucho más tarde los levantiscos de Douglas Bravo y Alí Rodríguez.
A la luz de los recientes acontecimientos hay que concluir que el proceso descentralizador que vivió Venezuela en la década de los 80 fue una simple farsa, pues si bien se dieron cambios importantes con miras a acercar recursos y servicios al ciudadano, pareciera que no se creó, debidamente, la conciencia ciudadana sobre las bondades de la descentralización. Ahora presenciamos cómo por coyunturas circunstanciales se echa al olvido uno de nuestros principios fundamentales de gobierno. Nada fácil fue ese proceso de restarle poder a los partidos políticos tradicionales para de esa forma fortalecer los liderazgos regionales y buscar la consolidación de las autonomías estadales y municipales. A pesar que muchos factores políticos se opusieron a ello, el cambio se dio y con ello se inicio una gesta destinada a consolidar una verdadera federación.
Sin embargo, no se debe olvidar que fue el gobierno de Caldera el que puso el primer freno a la descentralización y luego el de Chávez, que se ha encargado de revertirla completamente con miras a concentrar todo el poder en su sola persona. Una reciente derrota electoral del partido de gobierno, en unos Estados claves, ha consolidado el regreso al Estado centralista. Ya hoy queda muy poco, por no decir nada, de esa ilusión de transferir el poder de Caracas a las regiones.
En relación con el proceso de radicalización que relanza el gobierno, con el nuevo slogan "Vamos a barrer a la contra-revolución", hay una experiencia internacional emblemática de cómo el mal se transformó en algo banal. Fue la de los nazis en relación con los judíos. No sólo detestaban a éstos dentro de un proyecto geopolítico, sino que el rechazo lo transmutaron en perfil de Estado, a través de la destrucción del tejido social alemán, para luego reconstruirlo a imagen y semejanza de la barbarie. Primero, los judíos eran señalados como culpables genéricos de la corrupción de la raza y del pueblo; más adelante se les impusieron restricciones de oficios y niveles; luego, convirtieron a muchos "arios" en autores de la segregación de sus propios amigos, clientes, patronos, empleados. No tardaron en convertir la segregación en un hecho territorial y los amigos "arios" y los judíos no pudieron compartir. Sus hijos dejaron de ser compañeros. No regresaron nunca más juntos a la montaña. La realidad se transformó en los nuestros, nosotros, y los otros, ellos. Una vez que todo lo que los unía fue destruido vino la matanza de los que ya habían dejado de ser "nuestros". Su aniquilación física sólo fue el momento terminal de una terrible historia que comenzó con una sutil segregación.
La operación de exterminio es física cuando salen los pistoleros a hacer la revolución; sin embargo, hay otra operación similar, de exterminio político y moral, de quienes ya ni siquiera son considerados compatriotas. Ésta es la operación que está en marcha en Venezuela y es implacable. El compromiso de quienes se autodefinen demócratas es detener el genocidio social en Venezuela, que comenzó en enero del 2003 con la expulsión írrita y sin convenimiento laboral de más de 20.000 trabajadores petroleros (cuyo único "pecado" fue solidarizarse con un paro cívico nacional) y continuó con la instauración del más terrible "apartheid" tropical, evidenciado en la fatídica "Lista Tascón" y convalidado en posteriores listas segregacionistas, como la "Lista Maisanta" y más recientemente, la resucitada "Lista Carmona", con la que se pretende aniquilar moral, social y políticamente a un grupo de venezolanos que acudieron a Miraflores, la noche del 11 al 12 de abril de 2002. Está en marcha el "ajusticiamiento judicial" de uno de ellos, Manuel Rosales.
Han transcurrido siete años de la masacre de Miraflores y el régimen, con una política sistemática de descalificación, pretende borrar de nuestra memoria histórica la noble batalla que dieron aquellos venezolanos, ignorando intencionalmente la contundencia de sus actos. Es indispensable para ellos mostrarse como un poderoso ente monolítico inmune a cualquier "amenaza", sin embargo deben recurrir a las más grotescas trampas para intentar callar la voz del pueblo venezolano.
Alrededor del 11 de abril, con lo que esa fecha significa, se ha construido toda una realidad virtual, usando una campaña sucia cuyo único fin es transformar el pasado de una manera favorable para el régimen, ello significa, entre otras cosas, que las víctimas aparezcan como victimarios. Esta expresión de crueldad, injusticia e impunidad implica el desprecio por la idiosincrasia y la cultura democrática de nuestro pueblo.
Ese 11 de abril de 2002 ocurrió una de las manifestaciones más bellas, pacíficas, llena de ideales como nunca antes habíamos visto en nuestro país. Un pueblo noble salió a luchar por lo que siempre se nos ha querido arrebatar, el derecho supremo a sentirnos orgullosamente venezolanos. Más allá de las diferencias, movidos por la impotencia de ver cómo la patria se derrumba ante nuestros ojos, la ciudadanía se unió en un solo grito de paz. Quienes participaron en aquella heroica experiencia pueden dar fe de ello.
En la búsqueda de los culpables de la "conspiración de abril" se ha recurrido a la persecución indiscriminada, todo el que convenga está bajo sospecha. Amañar un juicio, haciendo gala de un cinismo sin precedentes, sentar en el banquillo a venezolanos inocentes no es más que un insulto a nuestro país y una canallada para los familiares de los presos. No se puede dejar de mencionar al "tiburón sin careta", quien pretendió usar a un grupo de nobles oficiales para que masacraran al pueblo, cosa a la que obviamente se negaron.
De la abultada Lista Carmona, resucitada a propósito de la "condena-a-priori" que se le hace a Manuel Rosales, anuncian que proseguirán la razzia con otros, seleccionados por su notoriedad política o mediática (como es el caso de Américo Martín-MIR- y María Corina Machado-Súmate-) y para cuando la población se acostumbre a la persecución de los líderes comenzará la tercera etapa de la radicalización de la revolución socialista: La persecución implacable de la disidencia a nivel de pueblo, a través del brazo armado de los Consejos Comunales los CDR (Comités de Defensa de la Revolución) en todas las urbanizaciones y barrios del país, siguiendo la receta que se dicta desde el G2 cubano.
En la madrugada del lunes 3 de diciembre de 2007 el CNE había hecho público el resultado oficial: la propuesta de reforma constitucional había sido derrotada en las urnas. Los 69 artículos, votados en dos bloques (A y B) fueron rechazados por 50,7% y 51% de los electores, respectivamente.
"Ni una sola coma de esta propuesta yo retiro. Continúo haciendo la propuesta al pueblo venezolano. Esta propuesta está viva, no está muerta. No se pudo por ahora, pero lo mantengo", advirtió desde el Palacio de Miraflores el presidente Hugo Chávez al admitir la "victoria pírrica" de la oposición. Estimó que 49% de apoyos obtenidos por su propuesta habían sido "un gran salto político" para su proyecto socialista.
Entre marzo y abril de 2009 la Asamblea Nacional se ha encargado de materializar un capítulo clave del proyecto derrotado, al vulnerar el espíritu de los artículos 16, 18, 157, 158 y 164 de la Carta Magna -que expresamente los electores decidieron mantener intactos- con la sanción de la reforma de Ley de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias a los Estados y la más reciente sanción de la Ley del Distrito Capital.
Pero en el 2009, luego de ganar una forzada reforma que le permite postularse a la Presidencia de manera indefinida, de nuevo aparece un patrón estratégico en el comportamiento de un Chávez triunfador: cruzar la raya. Así fue luego del arrollador triunfo del 3D-2006. En aquel entonces fue de torpeza en torpeza hasta la debacle del 2D-2007. Ahora viene siguiendo, rigurosamente, el mismo patrón. Quizás más atrevido por haber tenido dos triunfos seguidos, y que, quizás, no le permiten ver y menos comprender la continua erosión que su liderazgo viene presentando, de modo sostenido, en las zonas urbanas.
EL ESCENARIO
La mejor demostración del terror que le produce a Hugo Chávez la crisis económica y sus consecuencias políticas y sociales son las acciones que ha tomado últimamente. Su objetivo es establecer un régimen totalitario que preserve ante la opinión internacional su supuesta legitimidad democrática. Dicho plan tiene tres grandes líneas estratégicas: la primera, busca debilitar a los factores de capital. La amenaza al Grupo Polar muestra el camino que han tomado. La segunda, establece una ofensiva en contra del liderazgo emergente de la oposición. El enjuiciamiento de Manuel Rosales, las amenazas a Antonio Ledezma, César Pérez Vivas, Hemrique Salas Feo, Henrique Capriles y Morel Rodríguez, el debilitamiento de la descentralización y la reducción presupuestaria son algunas de las acciones que hemos visto tomar en estos días. La tercera, tiene por objetivo aterrorizar a los grupos disidentes de la Fuerza Armada y de los cuerpos de seguridad del Estado. La detención del general Raúl Isaías Baduel y la sentencia arbitraria en contra de los comisarios y agentes de la Policía Metropolitana cumple cabalmente esta finalidad.
No todas las acciones del gobierno son simples estallidos espontáneos e imprevistos, tampoco se debe asumir que todo lo malo que le ocurre al país es producto de un plan cuidadosamente elaborado, pero quienes detentan el poder en Venezuela están siguiendo al pie de la letra la cartilla de las peores tiranías totalitarias del siglo XX, la hitleriana y la estalinista, que se identificaron siempre con la bandera roja del socialismo. En este momento, ejecutan al menos dos de sus postulados fundamentales.: El asesinato moral de los opositores, paso previo a la liquidación física, y la desmoralización generalizada de la ciudadanía.
Estamos en una etapa post democrática de este gobierno electo por la mayoría. La escalada es una realidad anunciada en días pasados por el ministro Diosdado Cabello cuando afirmaba que van a asumir sin complejos la "radicalización", lo que en definitiva implica en la práctica el colocarse al margen de lo que establece la propia Constitución.
Lo que Chávez y su gobierno buscan de todos nosotros es un estallido social, pero en el terreno que él escoja donde quede a salvo el poder y su propio pellejo. Para diseñar las estrategias emergentes que enfrenten con éxito la "arremetida contra revolucionaria" que anuncia el Presidente, la Mesa Situacional deberá analizar los escenarios que se abordan de seguidas, y tomar la previsión estratégica y táctica para la ejecución de las acciones necesarias.
1.- Un gobierno fuera de la Constitución:
Si en cualquier otro país con un sistema de gobierno democrático el Presidente o Primer Ministro, aupase una ley ante el Poder Legislativo con el único propósito de tener la facultad de designar una autoridad regional, que hasta ese entonces venía siendo nombrada a través del voto de los ciudadanos, es predecible el escándalo que tal medida originaría, pues lo que no puede pensarse dentro de una verdadera democracia es que el pueblo sufra una merma de sus derechos electorales y, mucho menos, que esos derechos se los arrogue el gobernante de turno. Pero si con dicha ley, lo que se busca es nombrar a dedo una nueva autoridad que suplante a la ya existente, recién elegida popularmente, entonces, ya no solo deberíamos hablar de escándalo sino también de crisis política y democrática.
Esto es precisamente lo que acaba de ocurrir en Venezuela con la Ley Especial del Régimen del Distrito Capital, aprobada por la Asamblea Nacional hace unos días, y que tendrá su continuación con la sanción definitiva del proyecto de Ley de Ordenación Territorial que esta engavetado desde mediados del año pasado, y con la cual el Presidente Chávez podrá nombrar autoridades paralelas a las ya existentes, e incluso crear nuevas entidades político territoriales, que cabalguen sobre las gobernaciones, las alcaldías, y por supuesto, sobre la siempre pisoteada Constitución Bolivariana. De esta manera se desconoce, una vez más, la voluntad manifestada en las urnas por los venezolanos que eligieron como Alcalde de la ciudad de Caracas a Antonio Ledezma, quien recordemos, llegó como candidato a esa elección, por descarte, es decir, como consecuencia de pasar el filtro que le impuso el Gobierno a los precandidatos de la oposición inhabilitándolos políticamente.
Esta es una ley absurda y, por ende, inconstitucional, pues no pueden coexistir dos leyes y dos autoridades para regimentar y gobernar la misma ciudad. En efecto, más allá de si la ley en cuestión no es democrática por las razones expresadas, nos quedaría considerar, legalmente hablando, el momento de su verdadera entrada en vigencia, que no puede ser otro que el de cuando el Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma termine su mandato. Pretender que la Ley Especial del Régimen del Distrito Capital no colide con la vigente Ley Especial sobre el Régimen del Distrito Metropolitano de Caracas, dentro de la cual resultó electo Juan Barreto y ahora Ledezma, y que la nueva autoridad puede coexistir con el Alcalde Mayor, es pretender el triunfo del absurdo, con el único propósito de justificar la postura del oficialismo de no reconocer que su intención solapada consiste en arrebatarle el gobierno de la capital a la oposición política.
El desconocimiento de facto de los gobernadores y del alcalde metropolitano de Caracas electos en la plataforma de la alternativa democrática, y el posterior vaciamiento de sus cargos mediante manipulaciones legales es un golpe de estado, pues se está actuando contra la Constitución, en cuyo marco se crearon esos órganos del poder público y votó el pueblo, mediante una acción sorpresiva sobre organismos claves para controlar el aparato estatal.
Mientras la "revolución" avanza con su plan hegemónico, evidenciado con el nombramiento a dedo de una "autoridad única" sólo para el Municipio Libertador (que recayó en la dirigente del PSUV Jacqueline Farías) Manuel Rosales lanza un llamado desde la clandestinidad. En efecto, el alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales (UNT), hizo circular en la tarde de 14 de abril de 2009, vía correo electrónico, una carta titulada "Declaración de lucha popular", en la que apela a una reflexión del fallecido ex presidente Rómulo Betancourt en 1949. El alcalde señala que en Venezuela ya se instauró la dictadura y que pese a estar en el exterior, Hugo Chávez "controló la decisión monstruosa" contra los comisarios de la PM.
"No nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante", cita Rosales al fundador de AD, para él añadir: "Hoy más que nunca necesitamos un movimiento de resistencia civil y democrático, que no arree la bandera ni tuerza la fe ni caiga en el derrotismo".
Desde el Poder Ejecutivo se focaliza la arremetida contra el marco constitucional de la República con la utilización de turbas violentas, que siguen el modelo de las S.A. de Rohm, en la Alemania nazi, de las "escuadras" de Farinacci en la Italia fascista y de los mal llamados "batallones de la dignidad" de Manuel Noriega, en Panamá.
2.- La desfiguración de la historia:
Han transcurrido siete años de la masacre de Miraflores y el régimen, con una política sistemática de descalificación, pretende borrar la memoria histórica, ignorando intencionalmente la contundencia de sus actos. Alrededor del 11 de abril, con lo que esa fecha significa, se ha construido toda una realidad virtual, usando una campaña sucia cuyo único fin es transformar el pasado de una manera favorable para el régimen, ello significa, entre otras cosas, que las víctimas aparezcan como victimarios. Esta expresión de crueldad, injusticia e impunidad implica, además, el desprecio por la idiosincrasia y la cultura democrática del venezolano.
El caso de los comisarios Iván Simonovis, Lázaro Forero y Henry Vivas, y los cinco funcionarios de la Policía Metropolitana (PM) procesados por los sucesos del 11 de abril de 2002 actualmente condenados como aquéllos, evoca el caso de Nicola Sacco y Bartolomeo Banzetti, plasmado en la película de Giuliano Montalvo, que cuenta la historia de estos dos trabajadores anarquistas italianos emigrantes en Estados Unidos, quienes en 1927 fueron condenados a la silla eléctrica por un crimen que no cometieron. La razón de su condena estuvo más en su ideología que fue vista como una amenaza para el sistema político de aquellos años. El caso no fue un mero error judicial, sino un ejemplo de la utilización del sistema de justicia en defensa de los intereses políticos de la mayoría conservadora que entendió la condena como un escarmiento para quienes los adversaban.
Lo que ocurre en el país con el manejo político de la justicia debe servir de aldabonazo en nuestras conciencias para entender el axioma que sin justicia no hay derechos y sin derechos desaparece la libertad. El grotesco espectáculo montado en los tribunales de Aragua con los comisarios y agentes de la PM por la Fiscalía General y el Poder Judicial reflejaron a plenitud la carencia de ética de algunos de sus funcionarios, cuyas posiciones, alcanzadas debido a circunstancias políticas, nada tienen que ver con sus calificaciones morales o profesionales.
Chávez, como el Baltasar de Babilonia, celebra impúdico sus "éxitos", sin prestar oídos a las voces que claman por doquier. Creyendo que todavía es tiempo de despechos rentables, no sabe lamer en silencio sus heridas y por eso se abraza a Ajmadineyad e invita al criminal de guerra Bashir. Descuida un dogma central del mundo contemporáneo: no dejar que la prensa mundial te vea como lo que eres. No ha seguido el ejemplo de Fidel Castro, quien con pasión y mucho provecho siempre la cortejó.
La desfiguración de la historia se ha soportado en la vocería única del Presidente ¿Cuáles realidades ha creado la palabra dominante durante los últimos años en este patio que es Venezuela hoy? Que la IV República fue una cadena absoluta de perversidades. Que el 11 de abril hubo un golpe de Estado. Que los golpistas son los otros. Que se acabó con la corrupción. Que ahora la política sí es participativa. Que Venezuela ahora es de todos. Que los ministerios son del Poder Popular. Que nadie del gobierno tuvo nada que ver con la maleta de Antonini. Que Pdvsa es socialista. Que el capitalismo y otros países son los culpables de todos nuestros males. Que el bolívar es fuerte. Que ahora sí hay justicia. Que la salud es para todos. Que cada venezolano tiene una vivienda digna. Que se puede ser médico en tres años. Que todos tenemos trabajo. Que ya no hay más pobres. Que se acabaron los niños de la calle. Que la historia ha sido distorsionada por los otros. Que Cuba es el mar de la felicidad. Que las elecciones han sido transparentes.
Esa estrategia de imposición de la palabra Presidencial ha sido eficientemente secundada por la del aniquilamiento sistemático de todo tipo de oposición, hoy arrinconada, para evitar que su palabra encuentre el eco necesario para crear otra percepción y, en consecuencia, otra realidad, que inevitablemente aparecerá. Y se impondrá.
3.- La participación de la sociedad civil en la Resistencia Democrática Activa:
Cuando hay una voluntad de poder delirante y destructivo no es posible salir de ella mediante un líder equivalente. Es más, sería altamente indeseable porque un líder equivalente tendría que ser igualmente patológico. A Hitler no lo saca un héroe, lo saca una coalición de personas conscientes del importante rol que cumplían; hombres de Estado, no necesariamente líderes de masas; ni siquiera de grupos o partidos; gente que tenía la racionalidad suficiente para juntar cabezas y estudiar cómo resolver el problema.
Es evidente que los logros políticos del régimen le han dado cierto acorazamiento al proceso, y confort personal a sus mentores. Tal realidad no debe desmoralizar a los demócratas en su objetivo de pasar de la unidad del discurso a la unidad de la actuación de los factores democráticos organizados bajo diferentes formas y ubicados en diferentes instancias del país. Tal paso significa la inminente apertura de un espacio de acuerdo plural, que funcione como un crisol democrático, asociando voluntades cuyos atributos sean la tenacidad, la perseverancia, la obstinación, y la constancia en las decisiones que conducirán a coronar un proyecto de país realizable, incluyente y atractivo para todos los venezolanos.
El estudiantado venezolano es un ejemplo de ello. Ha venido dando demostraciones de valentía en defensa de los valores democráticos. Sin recursos pero con mística, sin respaldo político pero con inquebrantable combatividad. Están en la lucha cívica con la consigna de la libertad, por la convivencia y la paz. Los estudiantes no cesan en el noble empeño que nos convoca y compromete a todos: Venezuela.
Hoy necesitamos de un liderazgo colectivo y conectivo pues la naturaleza colectiva del liderazgo consiste en muchas personas asegurando que se cumpla la función social del liderazgo, asegurando a nivel social un modelaje, sentido de dirección, cohesión, motivación, compromiso e inspiración para la acción colectiva voluntaria, sostenida y responsable. Para alcanzar la meta de la "re-democratización" de la sociedad venezolana se debe asegurar que cada vez más gente participe y trabaje, cooperando en diferentes formas, pues así se incrementa la posibilidad de que personas que son capaces de realizar ellos mismos los cambios necesarios, se involucren para influenciar de forma decisiva en el cumplimiento de la función de liderazgo. A esto se le llama liderazgo conectivo -que conecta- propio del liderazgo colectivo. El liderazgo venezolano requiere capacidad social para darse cuenta que las decisiones y acciones deben tener sentido en oposición a decisiones y acciones sin sentido; capacidad para crear sólidas conexiones entre la diversidad y capacidad para navegar con agudeza en ese "mar picado" de retos compartidos entre diferentes.
Los que pretendan convertirse en dirigentes de la alternativa democrática deben responder oportuna e inteligentemente a la arremetida fascista que desde las filas del Gobierno llaman "El ataque a la Contrarrevolución". Para ello hay que conformar urgentemente una instancia unitaria de dirección que no puede ser otra "Coordinadora Democrática" subsumida en una asamblea de grupitos y grupúsculos. Los grupos y personalidades de la sociedad civil, incluyendo los medios de comunicación, deben aceptar el rol de asesores y dejar la dirección política a los políticos.
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En los 50 años de democracia, tan vilipendiados por Chávez, se forjó la "civilidad" de los militares, quienes entendieron que sus funciones debían estar subordinadas a la autoridad civil. Se quebraba así una nefasta tradición militarista de más de 100 años. También comprendieron que la preponderancia del mundo civil es indispensable en los Estados democráticos para evitar la tentación de usar las armas que la república pone en sus manos para propósitos particulares separados de los designios constitucionales. En regímenes despóticos, por el contrario, es el mundo civil el que se subordina a la preponderancia militar.
En el gobierno de Pérez Jiménez hubo represión intensa concentrada en figuras políticas. La Seguridad Nacional protagonizó la persecución política represiva. Aun así, siempre hubo el pequeño margen de las liberalidades que la amistad y el compadrazgo permiten, o la venezolanísima costumbre de "arreglar" contenciones bajo la excusa de un par de lamparazos de cerveza o ron en cualquier bar de mala muerte. Famoso por esas tertulias es el Bar Gobernador, ubicado en la esquina del mismo nombre en populosa parroquia de La Pastora, en Caracas, a unas doce cuadras al Norte del Palacio de Miraflores.
El familiar de un preso que era amigo de Llovera Páez podía lograr que éste intercediera para cambiar la cárcel por la expulsión del país. La mujer que estaba bajo tortura y era amiga o conocida del coronel Pulido Barreto, jefe de Armamento de las Fuerzas Armadas, podía obtener una liberación temprana o en el peor de los casos, el cese del maltrato físico. No siempre era así. Hubo quienes no conocieron clemencia de los esbirros, pero había casos en los que alguna palanca funcionaba.
En la democracia pasó otro tanto. Hubo represión para instaurar la democracia y derrotar a los insurrectos, pero también hubo oportunidades. El adeco en el poder podía hacer algo por la mamá adeca cuyo hijo ex adeco andaba alzado. La red que conectaba a gente de izquierda y derecha, de arriba y de abajo, podía funcionar en algunos casos. Debe notarse que en muchas violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la democracia, con frecuencia la mano que los ejecutaba provenía de antiguos camaradas convertidos en "sapos", junto a mandos medios policiales que eran capaces de todo. Sin embargo, había dónde ir, aunque a veces fuera tarde.
Hubo quienes desde la clandestinidad salieron al exterior con gobiernos haciéndose de la vista gorda; hubo liberados como una manera de zanjar situaciones insolubles. La Pacificación fue el proceso realizado por una democracia en desarrollo, que le correspondió a Rafael Caldera ejecutar con destreza. Fue un acto de altura democrática, sin que el Gobierno y los partidos dominantes pidieran a los insurrectos pacificados renegar de sus convicciones. Los más radicales, los más alzados, enviaban y recibían mensajes cruzados con el Gobierno para buscar los caminos de la paz. "Paz Democrática" la llamaron los comunistas entonces. Más tarde llegaron los reacios del MIR y mucho más tarde los levantiscos de Douglas Bravo y Alí Rodríguez.
A la luz de los recientes acontecimientos hay que concluir que el proceso descentralizador que vivió Venezuela en la década de los 80 fue una simple farsa, pues si bien se dieron cambios importantes con miras a acercar recursos y servicios al ciudadano, pareciera que no se creó, debidamente, la conciencia ciudadana sobre las bondades de la descentralización. Ahora presenciamos cómo por coyunturas circunstanciales se echa al olvido uno de nuestros principios fundamentales de gobierno. Nada fácil fue ese proceso de restarle poder a los partidos políticos tradicionales para de esa forma fortalecer los liderazgos regionales y buscar la consolidación de las autonomías estadales y municipales. A pesar que muchos factores políticos se opusieron a ello, el cambio se dio y con ello se inicio una gesta destinada a consolidar una verdadera federación.
Sin embargo, no se debe olvidar que fue el gobierno de Caldera el que puso el primer freno a la descentralización y luego el de Chávez, que se ha encargado de revertirla completamente con miras a concentrar todo el poder en su sola persona. Una reciente derrota electoral del partido de gobierno, en unos Estados claves, ha consolidado el regreso al Estado centralista. Ya hoy queda muy poco, por no decir nada, de esa ilusión de transferir el poder de Caracas a las regiones.
En relación con el proceso de radicalización que relanza el gobierno, con el nuevo slogan "Vamos a barrer a la contra-revolución", hay una experiencia internacional emblemática de cómo el mal se transformó en algo banal. Fue la de los nazis en relación con los judíos. No sólo detestaban a éstos dentro de un proyecto geopolítico, sino que el rechazo lo transmutaron en perfil de Estado, a través de la destrucción del tejido social alemán, para luego reconstruirlo a imagen y semejanza de la barbarie. Primero, los judíos eran señalados como culpables genéricos de la corrupción de la raza y del pueblo; más adelante se les impusieron restricciones de oficios y niveles; luego, convirtieron a muchos "arios" en autores de la segregación de sus propios amigos, clientes, patronos, empleados. No tardaron en convertir la segregación en un hecho territorial y los amigos "arios" y los judíos no pudieron compartir. Sus hijos dejaron de ser compañeros. No regresaron nunca más juntos a la montaña. La realidad se transformó en los nuestros, nosotros, y los otros, ellos. Una vez que todo lo que los unía fue destruido vino la matanza de los que ya habían dejado de ser "nuestros". Su aniquilación física sólo fue el momento terminal de una terrible historia que comenzó con una sutil segregación.
La operación de exterminio es física cuando salen los pistoleros a hacer la revolución; sin embargo, hay otra operación similar, de exterminio político y moral, de quienes ya ni siquiera son considerados compatriotas. Ésta es la operación que está en marcha en Venezuela y es implacable. El compromiso de quienes se autodefinen demócratas es detener el genocidio social en Venezuela, que comenzó en enero del 2003 con la expulsión írrita y sin convenimiento laboral de más de 20.000 trabajadores petroleros (cuyo único "pecado" fue solidarizarse con un paro cívico nacional) y continuó con la instauración del más terrible "apartheid" tropical, evidenciado en la fatídica "Lista Tascón" y convalidado en posteriores listas segregacionistas, como la "Lista Maisanta" y más recientemente, la resucitada "Lista Carmona", con la que se pretende aniquilar moral, social y políticamente a un grupo de venezolanos que acudieron a Miraflores, la noche del 11 al 12 de abril de 2002. Está en marcha el "ajusticiamiento judicial" de uno de ellos, Manuel Rosales.
Han transcurrido siete años de la masacre de Miraflores y el régimen, con una política sistemática de descalificación, pretende borrar de nuestra memoria histórica la noble batalla que dieron aquellos venezolanos, ignorando intencionalmente la contundencia de sus actos. Es indispensable para ellos mostrarse como un poderoso ente monolítico inmune a cualquier "amenaza", sin embargo deben recurrir a las más grotescas trampas para intentar callar la voz del pueblo venezolano.
Alrededor del 11 de abril, con lo que esa fecha significa, se ha construido toda una realidad virtual, usando una campaña sucia cuyo único fin es transformar el pasado de una manera favorable para el régimen, ello significa, entre otras cosas, que las víctimas aparezcan como victimarios. Esta expresión de crueldad, injusticia e impunidad implica el desprecio por la idiosincrasia y la cultura democrática de nuestro pueblo.
Ese 11 de abril de 2002 ocurrió una de las manifestaciones más bellas, pacíficas, llena de ideales como nunca antes habíamos visto en nuestro país. Un pueblo noble salió a luchar por lo que siempre se nos ha querido arrebatar, el derecho supremo a sentirnos orgullosamente venezolanos. Más allá de las diferencias, movidos por la impotencia de ver cómo la patria se derrumba ante nuestros ojos, la ciudadanía se unió en un solo grito de paz. Quienes participaron en aquella heroica experiencia pueden dar fe de ello.
En la búsqueda de los culpables de la "conspiración de abril" se ha recurrido a la persecución indiscriminada, todo el que convenga está bajo sospecha. Amañar un juicio, haciendo gala de un cinismo sin precedentes, sentar en el banquillo a venezolanos inocentes no es más que un insulto a nuestro país y una canallada para los familiares de los presos. No se puede dejar de mencionar al "tiburón sin careta", quien pretendió usar a un grupo de nobles oficiales para que masacraran al pueblo, cosa a la que obviamente se negaron.
De la abultada Lista Carmona, resucitada a propósito de la "condena-a-priori" que se le hace a Manuel Rosales, anuncian que proseguirán la razzia con otros, seleccionados por su notoriedad política o mediática (como es el caso de Américo Martín-MIR- y María Corina Machado-Súmate-) y para cuando la población se acostumbre a la persecución de los líderes comenzará la tercera etapa de la radicalización de la revolución socialista: La persecución implacable de la disidencia a nivel de pueblo, a través del brazo armado de los Consejos Comunales los CDR (Comités de Defensa de la Revolución) en todas las urbanizaciones y barrios del país, siguiendo la receta que se dicta desde el G2 cubano.
En la madrugada del lunes 3 de diciembre de 2007 el CNE había hecho público el resultado oficial: la propuesta de reforma constitucional había sido derrotada en las urnas. Los 69 artículos, votados en dos bloques (A y B) fueron rechazados por 50,7% y 51% de los electores, respectivamente.
"Ni una sola coma de esta propuesta yo retiro. Continúo haciendo la propuesta al pueblo venezolano. Esta propuesta está viva, no está muerta. No se pudo por ahora, pero lo mantengo", advirtió desde el Palacio de Miraflores el presidente Hugo Chávez al admitir la "victoria pírrica" de la oposición. Estimó que 49% de apoyos obtenidos por su propuesta habían sido "un gran salto político" para su proyecto socialista.
Entre marzo y abril de 2009 la Asamblea Nacional se ha encargado de materializar un capítulo clave del proyecto derrotado, al vulnerar el espíritu de los artículos 16, 18, 157, 158 y 164 de la Carta Magna -que expresamente los electores decidieron mantener intactos- con la sanción de la reforma de Ley de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias a los Estados y la más reciente sanción de la Ley del Distrito Capital.
Pero en el 2009, luego de ganar una forzada reforma que le permite postularse a la Presidencia de manera indefinida, de nuevo aparece un patrón estratégico en el comportamiento de un Chávez triunfador: cruzar la raya. Así fue luego del arrollador triunfo del 3D-2006. En aquel entonces fue de torpeza en torpeza hasta la debacle del 2D-2007. Ahora viene siguiendo, rigurosamente, el mismo patrón. Quizás más atrevido por haber tenido dos triunfos seguidos, y que, quizás, no le permiten ver y menos comprender la continua erosión que su liderazgo viene presentando, de modo sostenido, en las zonas urbanas.
EL ESCENARIO
La mejor demostración del terror que le produce a Hugo Chávez la crisis económica y sus consecuencias políticas y sociales son las acciones que ha tomado últimamente. Su objetivo es establecer un régimen totalitario que preserve ante la opinión internacional su supuesta legitimidad democrática. Dicho plan tiene tres grandes líneas estratégicas: la primera, busca debilitar a los factores de capital. La amenaza al Grupo Polar muestra el camino que han tomado. La segunda, establece una ofensiva en contra del liderazgo emergente de la oposición. El enjuiciamiento de Manuel Rosales, las amenazas a Antonio Ledezma, César Pérez Vivas, Hemrique Salas Feo, Henrique Capriles y Morel Rodríguez, el debilitamiento de la descentralización y la reducción presupuestaria son algunas de las acciones que hemos visto tomar en estos días. La tercera, tiene por objetivo aterrorizar a los grupos disidentes de la Fuerza Armada y de los cuerpos de seguridad del Estado. La detención del general Raúl Isaías Baduel y la sentencia arbitraria en contra de los comisarios y agentes de la Policía Metropolitana cumple cabalmente esta finalidad.
No todas las acciones del gobierno son simples estallidos espontáneos e imprevistos, tampoco se debe asumir que todo lo malo que le ocurre al país es producto de un plan cuidadosamente elaborado, pero quienes detentan el poder en Venezuela están siguiendo al pie de la letra la cartilla de las peores tiranías totalitarias del siglo XX, la hitleriana y la estalinista, que se identificaron siempre con la bandera roja del socialismo. En este momento, ejecutan al menos dos de sus postulados fundamentales.: El asesinato moral de los opositores, paso previo a la liquidación física, y la desmoralización generalizada de la ciudadanía.
Estamos en una etapa post democrática de este gobierno electo por la mayoría. La escalada es una realidad anunciada en días pasados por el ministro Diosdado Cabello cuando afirmaba que van a asumir sin complejos la "radicalización", lo que en definitiva implica en la práctica el colocarse al margen de lo que establece la propia Constitución.
Lo que Chávez y su gobierno buscan de todos nosotros es un estallido social, pero en el terreno que él escoja donde quede a salvo el poder y su propio pellejo. Para diseñar las estrategias emergentes que enfrenten con éxito la "arremetida contra revolucionaria" que anuncia el Presidente, la Mesa Situacional deberá analizar los escenarios que se abordan de seguidas, y tomar la previsión estratégica y táctica para la ejecución de las acciones necesarias.
1.- Un gobierno fuera de la Constitución:
Si en cualquier otro país con un sistema de gobierno democrático el Presidente o Primer Ministro, aupase una ley ante el Poder Legislativo con el único propósito de tener la facultad de designar una autoridad regional, que hasta ese entonces venía siendo nombrada a través del voto de los ciudadanos, es predecible el escándalo que tal medida originaría, pues lo que no puede pensarse dentro de una verdadera democracia es que el pueblo sufra una merma de sus derechos electorales y, mucho menos, que esos derechos se los arrogue el gobernante de turno. Pero si con dicha ley, lo que se busca es nombrar a dedo una nueva autoridad que suplante a la ya existente, recién elegida popularmente, entonces, ya no solo deberíamos hablar de escándalo sino también de crisis política y democrática.
Esto es precisamente lo que acaba de ocurrir en Venezuela con la Ley Especial del Régimen del Distrito Capital, aprobada por la Asamblea Nacional hace unos días, y que tendrá su continuación con la sanción definitiva del proyecto de Ley de Ordenación Territorial que esta engavetado desde mediados del año pasado, y con la cual el Presidente Chávez podrá nombrar autoridades paralelas a las ya existentes, e incluso crear nuevas entidades político territoriales, que cabalguen sobre las gobernaciones, las alcaldías, y por supuesto, sobre la siempre pisoteada Constitución Bolivariana. De esta manera se desconoce, una vez más, la voluntad manifestada en las urnas por los venezolanos que eligieron como Alcalde de la ciudad de Caracas a Antonio Ledezma, quien recordemos, llegó como candidato a esa elección, por descarte, es decir, como consecuencia de pasar el filtro que le impuso el Gobierno a los precandidatos de la oposición inhabilitándolos políticamente.
Esta es una ley absurda y, por ende, inconstitucional, pues no pueden coexistir dos leyes y dos autoridades para regimentar y gobernar la misma ciudad. En efecto, más allá de si la ley en cuestión no es democrática por las razones expresadas, nos quedaría considerar, legalmente hablando, el momento de su verdadera entrada en vigencia, que no puede ser otro que el de cuando el Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma termine su mandato. Pretender que la Ley Especial del Régimen del Distrito Capital no colide con la vigente Ley Especial sobre el Régimen del Distrito Metropolitano de Caracas, dentro de la cual resultó electo Juan Barreto y ahora Ledezma, y que la nueva autoridad puede coexistir con el Alcalde Mayor, es pretender el triunfo del absurdo, con el único propósito de justificar la postura del oficialismo de no reconocer que su intención solapada consiste en arrebatarle el gobierno de la capital a la oposición política.
El desconocimiento de facto de los gobernadores y del alcalde metropolitano de Caracas electos en la plataforma de la alternativa democrática, y el posterior vaciamiento de sus cargos mediante manipulaciones legales es un golpe de estado, pues se está actuando contra la Constitución, en cuyo marco se crearon esos órganos del poder público y votó el pueblo, mediante una acción sorpresiva sobre organismos claves para controlar el aparato estatal.
Mientras la "revolución" avanza con su plan hegemónico, evidenciado con el nombramiento a dedo de una "autoridad única" sólo para el Municipio Libertador (que recayó en la dirigente del PSUV Jacqueline Farías) Manuel Rosales lanza un llamado desde la clandestinidad. En efecto, el alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales (UNT), hizo circular en la tarde de 14 de abril de 2009, vía correo electrónico, una carta titulada "Declaración de lucha popular", en la que apela a una reflexión del fallecido ex presidente Rómulo Betancourt en 1949. El alcalde señala que en Venezuela ya se instauró la dictadura y que pese a estar en el exterior, Hugo Chávez "controló la decisión monstruosa" contra los comisarios de la PM.
"No nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante", cita Rosales al fundador de AD, para él añadir: "Hoy más que nunca necesitamos un movimiento de resistencia civil y democrático, que no arree la bandera ni tuerza la fe ni caiga en el derrotismo".
Desde el Poder Ejecutivo se focaliza la arremetida contra el marco constitucional de la República con la utilización de turbas violentas, que siguen el modelo de las S.A. de Rohm, en la Alemania nazi, de las "escuadras" de Farinacci en la Italia fascista y de los mal llamados "batallones de la dignidad" de Manuel Noriega, en Panamá.
2.- La desfiguración de la historia:
Han transcurrido siete años de la masacre de Miraflores y el régimen, con una política sistemática de descalificación, pretende borrar la memoria histórica, ignorando intencionalmente la contundencia de sus actos. Alrededor del 11 de abril, con lo que esa fecha significa, se ha construido toda una realidad virtual, usando una campaña sucia cuyo único fin es transformar el pasado de una manera favorable para el régimen, ello significa, entre otras cosas, que las víctimas aparezcan como victimarios. Esta expresión de crueldad, injusticia e impunidad implica, además, el desprecio por la idiosincrasia y la cultura democrática del venezolano.
El caso de los comisarios Iván Simonovis, Lázaro Forero y Henry Vivas, y los cinco funcionarios de la Policía Metropolitana (PM) procesados por los sucesos del 11 de abril de 2002 actualmente condenados como aquéllos, evoca el caso de Nicola Sacco y Bartolomeo Banzetti, plasmado en la película de Giuliano Montalvo, que cuenta la historia de estos dos trabajadores anarquistas italianos emigrantes en Estados Unidos, quienes en 1927 fueron condenados a la silla eléctrica por un crimen que no cometieron. La razón de su condena estuvo más en su ideología que fue vista como una amenaza para el sistema político de aquellos años. El caso no fue un mero error judicial, sino un ejemplo de la utilización del sistema de justicia en defensa de los intereses políticos de la mayoría conservadora que entendió la condena como un escarmiento para quienes los adversaban.
Lo que ocurre en el país con el manejo político de la justicia debe servir de aldabonazo en nuestras conciencias para entender el axioma que sin justicia no hay derechos y sin derechos desaparece la libertad. El grotesco espectáculo montado en los tribunales de Aragua con los comisarios y agentes de la PM por la Fiscalía General y el Poder Judicial reflejaron a plenitud la carencia de ética de algunos de sus funcionarios, cuyas posiciones, alcanzadas debido a circunstancias políticas, nada tienen que ver con sus calificaciones morales o profesionales.
Chávez, como el Baltasar de Babilonia, celebra impúdico sus "éxitos", sin prestar oídos a las voces que claman por doquier. Creyendo que todavía es tiempo de despechos rentables, no sabe lamer en silencio sus heridas y por eso se abraza a Ajmadineyad e invita al criminal de guerra Bashir. Descuida un dogma central del mundo contemporáneo: no dejar que la prensa mundial te vea como lo que eres. No ha seguido el ejemplo de Fidel Castro, quien con pasión y mucho provecho siempre la cortejó.
La desfiguración de la historia se ha soportado en la vocería única del Presidente ¿Cuáles realidades ha creado la palabra dominante durante los últimos años en este patio que es Venezuela hoy? Que la IV República fue una cadena absoluta de perversidades. Que el 11 de abril hubo un golpe de Estado. Que los golpistas son los otros. Que se acabó con la corrupción. Que ahora la política sí es participativa. Que Venezuela ahora es de todos. Que los ministerios son del Poder Popular. Que nadie del gobierno tuvo nada que ver con la maleta de Antonini. Que Pdvsa es socialista. Que el capitalismo y otros países son los culpables de todos nuestros males. Que el bolívar es fuerte. Que ahora sí hay justicia. Que la salud es para todos. Que cada venezolano tiene una vivienda digna. Que se puede ser médico en tres años. Que todos tenemos trabajo. Que ya no hay más pobres. Que se acabaron los niños de la calle. Que la historia ha sido distorsionada por los otros. Que Cuba es el mar de la felicidad. Que las elecciones han sido transparentes.
Esa estrategia de imposición de la palabra Presidencial ha sido eficientemente secundada por la del aniquilamiento sistemático de todo tipo de oposición, hoy arrinconada, para evitar que su palabra encuentre el eco necesario para crear otra percepción y, en consecuencia, otra realidad, que inevitablemente aparecerá. Y se impondrá.
3.- La participación de la sociedad civil en la Resistencia Democrática Activa:
Cuando hay una voluntad de poder delirante y destructivo no es posible salir de ella mediante un líder equivalente. Es más, sería altamente indeseable porque un líder equivalente tendría que ser igualmente patológico. A Hitler no lo saca un héroe, lo saca una coalición de personas conscientes del importante rol que cumplían; hombres de Estado, no necesariamente líderes de masas; ni siquiera de grupos o partidos; gente que tenía la racionalidad suficiente para juntar cabezas y estudiar cómo resolver el problema.
Es evidente que los logros políticos del régimen le han dado cierto acorazamiento al proceso, y confort personal a sus mentores. Tal realidad no debe desmoralizar a los demócratas en su objetivo de pasar de la unidad del discurso a la unidad de la actuación de los factores democráticos organizados bajo diferentes formas y ubicados en diferentes instancias del país. Tal paso significa la inminente apertura de un espacio de acuerdo plural, que funcione como un crisol democrático, asociando voluntades cuyos atributos sean la tenacidad, la perseverancia, la obstinación, y la constancia en las decisiones que conducirán a coronar un proyecto de país realizable, incluyente y atractivo para todos los venezolanos.
El estudiantado venezolano es un ejemplo de ello. Ha venido dando demostraciones de valentía en defensa de los valores democráticos. Sin recursos pero con mística, sin respaldo político pero con inquebrantable combatividad. Están en la lucha cívica con la consigna de la libertad, por la convivencia y la paz. Los estudiantes no cesan en el noble empeño que nos convoca y compromete a todos: Venezuela.
Hoy necesitamos de un liderazgo colectivo y conectivo pues la naturaleza colectiva del liderazgo consiste en muchas personas asegurando que se cumpla la función social del liderazgo, asegurando a nivel social un modelaje, sentido de dirección, cohesión, motivación, compromiso e inspiración para la acción colectiva voluntaria, sostenida y responsable. Para alcanzar la meta de la "re-democratización" de la sociedad venezolana se debe asegurar que cada vez más gente participe y trabaje, cooperando en diferentes formas, pues así se incrementa la posibilidad de que personas que son capaces de realizar ellos mismos los cambios necesarios, se involucren para influenciar de forma decisiva en el cumplimiento de la función de liderazgo. A esto se le llama liderazgo conectivo -que conecta- propio del liderazgo colectivo. El liderazgo venezolano requiere capacidad social para darse cuenta que las decisiones y acciones deben tener sentido en oposición a decisiones y acciones sin sentido; capacidad para crear sólidas conexiones entre la diversidad y capacidad para navegar con agudeza en ese "mar picado" de retos compartidos entre diferentes.
Los que pretendan convertirse en dirigentes de la alternativa democrática deben responder oportuna e inteligentemente a la arremetida fascista que desde las filas del Gobierno llaman "El ataque a la Contrarrevolución". Para ello hay que conformar urgentemente una instancia unitaria de dirección que no puede ser otra "Coordinadora Democrática" subsumida en una asamblea de grupitos y grupúsculos. Los grupos y personalidades de la sociedad civil, incluyendo los medios de comunicación, deben aceptar el rol de asesores y dejar la dirección política a los políticos.
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