jueves

De uno a otros Zapatazos

“Oponerse a este gobierno da miedo, pero apoyarlo da pena”. Zapatazos.

Un par de zapatos volando por los aires en dirección a la cara del esquivo (literal y literariamente), Bush, junto al grito de “este es tu beso de despedida, perro”, significó para el periodista iraquí Muntazer Al Zaidi, un importante desahogo por lo que la invasión estadounidense a su país impactó en su vida personal y en la de muchos de sus compatriotas.

Muntazer es una víctima de Bush puesto que la falta de una política de posguerra para una sociedad, inicialmente aliviada de liberarse del sanguinario Sadam Hussein, desató un caos del cual él fue una de las millones de víctimas. El par de zapatos dirigidos a Bush, en forma de parábola (literal y literariamente), es un mensaje claro de desprecio en Irak y en cualquier lugar del mundo. Este suceso, es quizá, la expresión pública y mediática de ira mas comúnmente sentida (literal y literariamente), desde el famoso “¿por qué no te callas?” de la Cumbre de Santiago.

Hay algunas historias de zapatos hechos a la medida, como la de Irak, y algunas han sido representadas con diversas variaciones en distintas geografías del mundo, hasta llegar a la versión de la famosa Cenicienta, en la cual, se presenta el mito de la injusta opresión culminando con una recompensa triunfal.

Hay zapatos famosos como el del mandatario soviético, Nikita Kruschev, golpeando un atril con uno de los suyos, durante la Asamblea General de la ONU de 1960, o la gran colección de calzados de la viuda del dictador filipino Ferdinand Marcos, Imelda, quien llegó a adquirir más de mil pares, entre otros lujos, mientras su pueblo vivía en la miseria, y los zapatos que al dejar de cubrir los pies de Paul Wolfowitz - ideólogo de la invasión a Irak promovido luego a la presidencia del Banco Mundial – mostraron al mundo, en una mezquita de Estambul, sus dedos gordos sobresaliendo por los huecos de sus calcetines. Ese fue el comienzo de un desprestigio que junto a escándalos de corrupción, lo hundieron en el agujero negro de la historia.

De los muchos zapatazos inolvidables, hay muchos esbozados en forma de caricatura desde hace 43 años por el artista venezolano Pedro León Zapata, que ha editorializado en el diario El Nacional, sin dar tregua a gobierno alguno, los grandes dramas de su país y del mundo. Algunos “Zapatazos” harían a Bush sentirse afortunado de haber esquivado lo que no pueden eludir los aludidos por Zapata, y entre ellos, Hugo Chávez, quien una vez le reclamó cuánto le había pagado la CIA por criticarlo. El humorista le contestó, en una entrevista, que el cheque no le había llegado ni a él ni a todos los acusados por su gobierno, de ser espías, “y por eso los venezolanos le tenemos más antipatía a la tal CIA”.

No es casualidad que apenas dieron la vuelta al mundo las imágenes de los zapatos volantes en Bagdad, varios caricaturistas venezolanos hicieron alusión a los de Zapata - galardonado con un Humoris Causa por sus colegas – y Rayma dibujó un zapato que nos confiesa: “El gobierno de Venezuela sí sabe lo que es un buen zapatazo”. Los ejemplos son muchos, como uno de los más personales que el humorista creó, cuando el Rey de España se hartó de quien quiere convertir a su país en “Reyezuela”:

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