lunes

La pregunta

Por: Ariel Segal

Hace apenas 15 años, los israelíes preguntaban a los visitantes judíos: "¿Qué estás haciendo aún en la Golá (exilio)? ¿Qué esperas para hacer aliá?" Hoy en día el interrogante de los sabras es: "¿Te volviste loco? ¿Qué estás haciendo aquí?" La clásica pregunta de "¿por qué hiciste aliá?" ha cobrado ribetes complejos en la era del video-clip, que no tenía en la del sionismo clásico y de buena familia judía. Ariel Segal intenta enfrentar el interrogante desde una óptica más íntima, sin garantías de llegar a la respuesta ultimativa.


La primera vez que me preguntaron por que hice aliב cuando tenםa oportunidades de quedarme en los Estados Unidos despuיs de siete aסos de estudios universitarios, me trabי en mi respuesta. Es cierto que antes de inmigrar a Israel habםa una lucha entre lo que mi mente y mi corazףn razonaban. Pero el corazףn poco sabe razonar y tomי la decisiףn de venir a Israel a sabiendas de que profesionalmente tendrםa queconformarme con un comienzo por debajo de mis aspiraciones luego de obtener un tercer titulo acadיmico. La realidad israelם no decidiף sorprenderme y sם, en mi primer aסo como olי jadash, no conseguם trabajo como profesor universitario. Sin embargo, tampoco renunciי a hacer lo que me gusta: escribir y enseסar.

No es mi intenciףn en esta oportunidad reflexionar por escrito sobre mis logros profesionales en Israel durante este primer aסo del resto de mi vida. Mucho menos, presentare aquם un curriculum vitae disfrazado de articulo periodםstico. Busco entender por quי aתn se me hace difםcil contestar la pregunta inevitable que casi semanalmente algתn israelם me hace: ¿Por que viniste a vivir aquם? Comprendo perfectamente la curiosidad de quienes me hacen la pregunta. Despuיs de todo, Israel es una sociedad compleja, con grandes problemas existenciales y enormes divisiones en cuanto a la visiףn de lo que debe ser este paםs en el futuro.

Me produce fascinaciףn la facilidad que tienen muchos inmigrantes para responder a la pregunta que tanto me perturba. Muchos dicen que simplemente querםan un cambio, que estבn cansados de sus paםses, de la inseguridad personal que se vive en ellos, de la corrupciףn, de la inflaciףn, de la politiquerםa. Es el "nada tenםa que perder con venir", argumento, y a veces me lamento de que esa no fuera mi motivaciףn. A veces, porque por el otro lado, haber decidido venir a vivir a Israel con el conocimiento de que aquם tambiיn hay algo de crimen, de corrupciףn, mucho desempleo, politiquerםa y demagogia a niveles deprimentes y una burocracia que quizב persiste como un homenaje al judםo Kafka; haber inmigrado a pesar de que ya conocםa que la "tierra prometida" prometםa tambiיn muchos momentos difםciles y desagradables, haber decidido ser parte de Israel con conocimiento de consecuencia (y tambiיn de causa), tiene sus ventajas, tiene su encanto… aunque en ocasiones uno se pueda arrepentir de decir semejante osadםa.

¿Por que la conciencia de la gran crisis de identidad que vive Israel, buscבndose a sם misma y su misiףn en un mundo orientado a la moda y al consumismo, un mundo en donde las ideologםas y el romanticismo
coleccionan, en lugar de vivirlos, puede hacer sentir a un inmigrante tontamente feliz con su decisiףn de radicarse en este paםs? Jorge Luis Borges escribiף en su ultimo poema "Instantes", que de eso se trata
la vida, de instantes. Y "no te pierdas el que vives ahora". A veces, son esos instantes de absoluta compenetraciףn de lo que aquם pasa, de sentir que los problemas de Israel son nuestros problemas y que justamente aquם es donde duele leer sobre crםmenes, sobre nuestros extremistas, sobre nuestros cםnicos polםticos, sobre nuestros ignorantes, justamente el hecho de comprobar que sףlo en Israel uno se
encuentra diciendo "nosotros somos" o "no puedo creer a lo que hemos llegado", cuando en nuestros paםses de origen, con todo el amor que les tengamos, la vida era mבs una cosa de nosotros (los judםos) y ellos (los venezolanos, argentinos, mejicanos, etc.); son יsos los instantes en que uno sabe que estב en casa. El amor y el dolor van de la mano y en Israel, yo vivo enamorado y dolorido por lo que ocurre o deja de ocurrir.

Es verdad, tambiיn estבn otros instantes… aquellos de sתbita inspiraciףn, cuando distraםdos de nuestros problemas y bתsquedas nos encontramos capturados por paisajes hermosos que nos hacen sentir en tierra bםblica o momentos cuando sentimos un cierto orgullo por conocer algunas personas que todavםa irradian resacas de lo que alguna vez motivף a sus padres o abuelos venir a esta tierra cuando todo eran
retos, cuando no habםa comodidades ni tiempo para querer tener una vida "normal" y pasarla bien. Tambiיn hay instantes en que uno pasea por Jerusalem y se redescubre como parte de la historia, se fascina ante la conciencia del experimento social en que uno se encuentra: un laboratorio de judםos de todas partes del mundo e incluso, algunos del siglo 18 y 19 (como los que se siguen vistiendo como en los guetos de Polonia o el shtetl de Rusia y Lituania) conviviendo con otros del siglo 21 y 22 (con cinco aretes en las orejas y uno en la lengua), con palestinos, con beduinos, con drusos, con turistas, con trabajadores extranjeros, y todo eso en este lugar pequeסo y tan joven.

¿Cףmo no va a ser Israel un lugar de gritones y de olores fuertes?

¿Cףmo no va a ser Israel un lugar de cםnicos y mesiבnicos conviviendo a veces en un mismo edificio? Lo que intento explicar y espero someramente lograrlo, es que lo mismo que desilusiona, enoja, agota y perturba al inmigrante es lo mismo que emociona, estimula, carga de energםa e hipnotiza a quien aquם vive. Depende de nuestro estado de בnimo, de bajar la guardia a defendernos en este rincףn mediterrבneo y levantino y asם, simplemente encantarse e incluso divertirse con la idiosincrasia exacerbada de muchos israelםes. De nuevo, son los instantes lo que hacen la diferencia entre enojarse o sonreםrse ante un mismo evento trivial que observado con lupa histףrica no es trivial.

Por ejemplo, un ortodoxo tambaleבndose y tambaleבndonos con יl, en el asiento de un autobתs, o la experiencia de sentirse en Rusia cuando uno va a las Oficinas del Ministerio de Trabajo. (¡A veces cuando escucho una palabra en hebreo, recuerdo repentinamente que estoy en Israel y no sufriendo el castigo por un crimen Dostoievskiano!)

¿Y cףmo contesto yo a la pregunta de por quי vine a Israel? Como no tengo tiempo o a veces la energםa o el interיs de explicar lo que aquם expresי, simplemente contesto: "Es una excelente pregunta. ¿Tienes una hora libre para que te la pueda contestar?" Generalmente, los israelםes no tienen una hora libre y yo me zafo exitosamente de la pregunta.

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