jueves

El mensaje de Bombay para el hombre de Hawai

Buscar un porqué a las razones que motivan a terroristas como los que perpetraron los recientes atentados de Bombay (Mumbai) es fútil. Los fanáticos tienen un pensamiento mágico-religioso, y, por lo tanto, para ellos no hay distinción entre figuras públicas, militares o civiles, cuando se trata de masacrar a quienes consideran como enemigos. ¡Mientras más muertos, mejor!, es su consigna.
Si lo ocurrido en Bombay fue ejecutado por un grupo filial de Al Qaeda –hoy, una enorme corporación capitalista, descentralizada y profesional– da igual que los terroristas sean islamistas radicales independientes de la red de Bin Laden y sus secuaces. El objetivo es el mismo: atemorizar a todo quien no acepte la restauración de un imperio islámico, bajo una fanática interpretación del Corán, en tierras que alguna vez fueron dominio de sus antepasados, y evitar que los musulmanes moderados acepten el pluralismo y los valores de la “perversa” Occidente judeocristiana o del “hereje” Lejano Oriente.

El gobierno de la India no debe caer en una provocación que los pueda conducir a un conflicto armado con la vecina Pakistán, aun si se demostrase que la planificación de los atentados de Bombay fue hecha en ese país. Si los terroristas pertenecen a grupos radicales creados por pasados gobiernos paquistaníes –como los talibanes y otros– con el fin de desestabilizar las regiones bajo dominación india en la disputada provincia de Cachemira, Nueva Delhi debe tomar en cuenta que estos grupos islamistas (luego trasladados de Cachemira a Afganistán, durante la ocupación soviética) han sido ilegalizados por Pakistán a partir del 2003.

A la India le conviene coordinar un estrategia antiterrorista junto a los Estados Unidos, Europa, países musulmanes moderados, y otros asiáticos, a sabiendas de que el islamismo radical es una amenaza común a toda la humanidad.

El hecho de que Bombay sea hoy un centro financiero internacional de un país nada querido por sus vecinos musulmanes; de que la ciudad atrae a miles de turistas occidentales; que pertenece a un país claramente aliado de Estados Unidos y a Europa; y que, desde el 2005, tenga una alcaldesa de un partido nacionalista xenófobo que glorifica la identidad hindú y utiliza demagógicamente un discurso antimusulmán, son motivaciones extra por lo cual seleccionarla como una ciudad, entre otras, para desatar su fobia contra “los infieles”. Pero la razón de las razones para estos atentados es el fundamentalismo islámico violento, y por eso también ocurren en otras ciudades de países musulmanes, además de occidentales, como Estambul, Casablanca, Bali y Amman, entre otras. Bombay es una urbe de la provincia de Guyarat, conquistada en el siglo 11 por los musulmanes, y que luego, junto a otros territorios de la India, fue parte del imperio islámico Mogol, antes de ser gobernada por portugueses, británicos e indios.

Barack Obama, nacido en Hawai, debe tomar nota sobre los recientes acontecimientos de Bombay, para sus futuras políticas antiterroristas y evitar que lugares considerados por algunos, como el trío de Mecano, como paraísos terrenales se transformen en referencias del paraíso místico anhelado por aquellos que creen santificarse ante divinidades a través del terror.

No hay comentarios: